Moisés - El príncipe insurgente
Moises: Un hombre Israelita, pero criado como Egipcio. Por las ordenanzas del Faraón los niños israelitas recién nacidos fueron enviados a ejecutarse, pero la madre de Moises esconde al niño y lo deja en un canasto cerca del rio Nilo, el caudal dirige al niño a la casa de la hija del Faraón, quien decide adoptarlo como propio. Moises crece y se convierte en un principe Egipcio, pero al cometer homicidio sale huyendo hacia el desierto, donde tendrá un encuentro con Dios y será enviado a rescatar al pueblo Israelita del Faraón.
A lo largo de la historia, el pueblo judío ha tenido que vivir no solo disperso por todo el mundo, sino también en lugares donde su seguridad a menudo se veía amenazada y su presencia, en el mejor de los casos, tolerada. Claro que podían vivir en cualquier lugar, pero con frecuencia se encontraban con circunstancias difíciles: cómo solo poder trabajar en ciertas zonas comerciales y de intercambio, o con una marca visual de sus orígenes. Esto era así incluso en tiempos bíblicos.
No niños!
En un momento dado, los israelitas se encontraron viviendo en un enclave egipcio, obligados a trabajar como obreros y privados de la libertad de tener hijos, específicamente varones. Verán, el dictador local, el faraón, había considerado que todo niño judío corría el riesgo de convertirse en un hombre judío y, peor aún, de rebelarse contra su régimen. Por lo tanto, todo bebé varón debía ser ejecutado. Estos son los tiempos en que vivieron los padres de Moisés y el propio Moisés, contra todo pronóstico, el nació. Una receta para el desastre. ¿O quizás no?
Mujeres astutas
Jocabed, la madre de Moisés, y su hermana Miriam eran dos mujeres bastante astutas. Cuando Moisés nació, como la mayoría de las madres, Jocabed se enamoró instantáneamente de él. Era un bebé hermoso y es probable que todos los instintos de protección amorosa se activaran en toda la comunidad. El pequeño Moisés permaneció oculto durante bastante tiempo antes de que se ideara otro plan.
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Fe inquebrantable
Así era, Jocabed metió a Moisés en una cesta tejida y la forró con brea para que flotara. La puso en el río Nilo justo a la hora en que las mujeres de la familia real egipcia se lavaban en la orilla. Miriam caminaba por el río para asegurarse de que la cesta con Moisés se mantuviera a flote y fuera encontrada por una de las mujeres de la realeza. Seguramente, sus corazones se abrirían ante este hermoso bebé como le había pasado a Jocabed. Todo bien en teoría, pero aun así era un gran riesgo. ¿O no? Más tarde, Jocabed sería reconocida por su inquebrantable fe y confianza en Dios.
Adoptado y devuelto
El plan funcionó. Moisés fue rescatado del río y adoptado nada menos que por la hija del faraón. Y aún mejor: fue enviado bajo el cuidado de una de las parteras israelitas: Miriam, su madre. A su debido tiempo, el niño sería "devuelto" al palacio para recibir su educación como príncipe de Egipto.
A orillas del río
Pero la historia de Moisés no termina ahí. Se convierte en protagonista de una misión divina. Y su historia termina años y años después, a kilómetros y kilómetros del río Nilo, a orillas de un río completamente nuevo: el río Jordán. Allí, este niño israelita —que no debía nacer, que pasó de príncipe a asesino fugitivo, pastor escondido y finalmente líder de su pueblo— terminó su largo viaje con Dios para cumplir la promesa de una nueva tierra y una nueva alianza.
Te invitamos a vivir la historia de Moisés. Una historia de lucha, perseverancia, fe, confianza, paciencia y, finalmente, liberación. Una historia que, en muchos sentidos, nos lleva a otro hombre, apartado para salvar a los hijos de Dios: Jesucristo.
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