🥳 Vivir el gozo de la salvación

El pecado siempre promete placer… pero en el proceso te roba el gozo. ¿Recuerdas lo que compartí al inicio de esta semana? David decía: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos…” (Salmos 32:3).
Esa es la condición de quien vive en pecado: aunque por fuera todo parezca bien, por dentro se va desgastando.
Lo he experimentado en mi propia vida, incluso en mi relación con mi esposa. Cuando le he fallado y lo sé, cuando mi orgullo me impide reconocerlo rápido, es terrible la barrera que se levanta entre los dos, esa distancia pesa en el corazón y poco a poco va apagando la alegría. Pero, cuando tengo la humildad de pedir perdón y restaurar la relación, es como si la carga desapareciera de inmediato: podemos reír de nuevo, conversar con libertad, y simplemente disfrutar de estar juntos.
Esto es lo que David estaba pidiendo cuando clamó: “Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu de obediencia me sostenga” (Salmos 51:12 NVI).
David no solo pedía perdón, pedía recuperar el gozo que solo Dios puede dar, quería volver a experimentar su presencia sin cargas ni barreras, sin esa pesadez que produce el pecado. En otras palabras: quería volver a adorar con libertad.
Amigo/a, quizá hoy haya algo en tu vida que está robándote el gozo de la salvación, puede ser un pecado oculto, una herida no resuelta, o incluso una actitud de orgullo que te impide pedir perdón. Sea lo que sea, entrégalo hoy. No cargues más con un peso que Jesús ya llevó en la cruz.
La buena noticia es que en Jesús siempre hay restauración. Él murió y resucitó para que vivas una vida abundante, sin cadenas, sin velos, sin culpas. Hoy Él te dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Así que decide hoy caminar en un arrepentimiento verdadero, recibir su perdón y disfrutar del gozo de su salvación.
¡En Cristo no solo hay perdón, hay plenitud de gozo!
¿Qué tal si terminamos en oración?: “Gracias Señor porque sabes que por medio del sacrificio de Jesús podemos experimentar el verdadero arrepentimiento en nuestra vida. Gracias porque esto nos lleva a vivir una vida abundante y una plenitud de gozo. Líbranos de todo mal, y no nos dejes caer en tentación te rogamos, amén.”

