❤️ Vive lo que crees
Desde que era niña, aprendí lo que significa vivir una fe activa.
Recuerdo que solíamos abrir las puertas de nuestra casa a personas que atravesaban momentos difíciles o que simplemente no tenían un lugar donde quedarse. También tengo muy presente aquellos días en los que, junto a mi papá y mis hermanos, construimos una casa para unos misioneros que venían a servir en Argentina, pero no contaban con los recursos para alquilar un hogar.
Sin darme cuenta, estaba viendo con mis propios ojos cómo la fe se convierte en acción.
Muchas veces he reflexionado sobre este pasaje de Santiago 2:15-16 (NTV): “Supongamos que ves a un hermano o a una hermana que no tiene qué ponerse ni qué comer, y uno de ustedes le dice: ‘Adiós, que tengas buen día; abrígate mucho y aliméntate bien’, pero no le da ni comida ni ropa ¿De qué le sirve?”
Ver una necesidad es fácil. Todos los días leemos noticias, conocemos personas que atraviesan dificultades o pasamos junto a alguien que sufre. Pero la fe verdadera no mira hacia otro lado. No se conforma con buenas intenciones: actúa. Se arremanga, se ensucia las manos. Se involucra en la historia del otro para reflejar, de forma tangible, el amor de Jesús.
Tal vez no puedas resolver todos los problemas del mundo, pero sí puedes ofrecer un desayuno a quien no tiene nada, escuchar con empatía a un amigo en crisis, llamar a esa persona que siempre dejas para después o visitar a quien se siente solo. Esas acciones, aunque parezcan pequeñas, son grandes ante los ojos de Dios. Son tu fe en acción, es amar como Él te ama, y esa fe transforma vidas.
Amigo/a, hoy Dios te invita a ser parte de la respuesta. No necesitas tenerlo todo, solo un corazón dispuesto.
