Amigo/a, usa la llave de David
¿Alguna vez has experimentado puertas abiertas en tu vida? Es precioso cuando, después de orar y buscar al Señor, ves que hay puertas que se abren en tu vida donde parecía imposible.
Jesús empieza su carta a la iglesia de Filadelfia diciendo que Él es “el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (Apocalipsis 3:7).
El rey David era conocido por ser una persona que tenía un corazón conforme al corazón de Dios (Hech 13:22). A lo largo de su vida desarrolló una relación tan fuerte con Dios, tan profunda, que se convirtió en una llave maestra para su vida. Gracias a ella pudo, de alguna manera, adelantarse a su tiempo, y experimentar ya la gracia que sería revelada por medio de Jesús unos cuantos cientos de años más tarde.
Amigo/a, tu comunión profunda con Dios es como una llave que abre puertas hacia futuros gloriosos, y que cierra las puertas del pasado. Mira esta promesa de Jesús: "Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo" (Apocalipsis 3:12)
Jesús anhela una comunión cercana contigo. Tan cercana, que eres llamado/a a ser una columna del templo, el lugar donde reside Su Presencia. ¿Y sabes lo que pasa si una columna desaparece? Que la estructura de todo el edificio sufre. ¡Así de valioso eres para Dios! Él pone Su Nombre en ti porque eres Suyo/a, así como el de Su ciudad celestial, como señal de la Eternidad que ha preparado para ti junto a Él en el Cielo.
En este día, usa la llave de la oración. Invierte unos minutos para acercarte a Dios y para experimentar Su Presencia transformadora en tu vida. ¡Él tiene cosas preciosas para ti!