Fecha de publicación 30 de ago. de 2024

⚒️ Una certeza inquebrantable

Fecha de publicación 30 de ago. de 2024

Para los soldados romanos, tener una buena defensa podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Por este motivo, inventaron un tipo de escudo llamado “scutum”. A simple vista, podría no parecer el más práctico de los escudos, dado que era pesado y muy grande: medía más de un metro de largo y unos 75 centímetros de ancho, con dos o tres capas de madera y cubierto de piel, ¡y pesaba unos 10 kilos!

Sin embargo, este robusto escudo permitió a los soldados romanos tener una defensa inquebrantable. Sus enemigos se agotaban golpeándolo inútilmente, lo que fue decisivo para asegurarles la victoria en incontables batallas.

Te cuento esto porque el siguiente elemento que Pablo nos presenta en la armadura de Dios es el escudo. En Efesios 6:16 dice: “Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno.”

 Amigo/a, déjame hacerte una pregunta un poco personal, ¿Alguna vez has sido atacado de alguna manera? ¿Cómo te defendiste?

Recuerdo que durante mi primer año de estudios en el seminario bíblico, experimenté uno de los ataques más intensos del enemigo a mi fe. Durante meses, un pensamiento me atormentaba: "¿Soy verdaderamente hijo de Dios?" En ese tiempo, luchaba con miedos y tentaciones fuertes en mi vida, y el enemigo usó esto para sembrar dudas sobre mi identidad como hijo de Dios.

¿Te ha pasado algo similar? En aquel entonces, decidí intensificar mi tiempo de oración y lectura de la Biblia. Recuerdo claramente una noche complicada cuando llegué al pasaje de Juan 10:27-28: "Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar."

Este pasaje hizo toda la diferencia y me dio la certeza que necesitaba para silenciar esos malos pensamientos y dudas. En Efesios, Pablo nos enseña que en las batallas diarias enfrentaremos ataques del enemigo. Nuestra mayor defensa es el escudo de la fe. ¿Y qué es la fe? Como dice Hebreos 11:1: "Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."

Es la fe, la certeza en Dios, en su Palabra y en su verdad, lo que nos dará la defensa contra los ataques del enemigo. Y si resistimos estos ataques, la Biblia nos promete que el enemigo huirá de nosotros (Santiago 4:7).

Amigo/a, ¿dónde está tu fe hoy? ¿Qué te parece si oramos juntos para que Dios aumente nuestra fe? Padre celestial, hoy venimos ante ti reconociendo nuestra necesidad de una fe, de una certeza inquebrantable, que nos ayude a resistir los ataques del enemigo. Padre aumenta nuestra fe, te rogamos en el nombre de Jesús, amén.

Eleazar Diaz
Author

Pastor principal de una iglesia y director de un programa de discipulado y misiones en Guadalajara, México. Mi pasión es que cada persona pueda tener una relación intima y apasionada con Dios.