Amigo/a, 🔆 Un amor sin reservas
Seguimos avanzando en el pasaje de esta semana, en el que vamos a ver cómo nuestra fe vence al mundo.
El primer versículo dice: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios, y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él” (1 Juan 5:1).
Ayer veíamos ya cómo hemos nacido de Dios, y cómo nuestra fe viva, real en Jesús y en Su obra salvadora, es la puerta de entrada hacia esta nueva realidad gloriosa en nuestras vidas.
La segunda parte de este versículo empieza a apuntar hacia un amor que viene, precisamente, de la fe. De hecho, ¿alguna vez habías pensado que el amor que hay en ti hacia los demás es una consecuencia directa de tu fe viva en Dios?
El capítulo anterior a este versículo, de hecho, dice en relación a Dios que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero“ (1 Juan 4:19). Una vez damos el paso de fe y sentimos el amor de Dios en nuestras vidas, es cuando empezamos a experimentar la realidad de Dios, empezamos a gustar y ver lo bueno que es Su amor, y es solo entonces, cuando empezamos a estar en disposición de darle ese amor de vuelta.
Por nosotros mismos, como seres humanos que viven en una naturaleza caída, no conocemos en profundidad lo que es el verdadero amor hasta que Le conocemos a Él.
Por supuesto que podemos sentir el amor en nuestras vidas, y que podemos tener una idea más o menos acertada de lo que es, en función también del tipo de amor que hemos recibido de parte de nuestras familias y de nuestro entorno a lo largo de nuestra vida.
Pero es solo cuando damos un paso de fe y tenemos un encuentro con el Dios vivo, que experimentamos lo que es realmente el amor, y que podemos entender realmente qué es.
Es más, es solo a partir de ese momento que nuestro corazón puede llenarse del auténtico amor, y que podemos empezar a amar a Dios y a los demás con ese tipo de amor real y verdadero.
Y eso es lo que nos enfatiza el pasaje de hoy: que una vez que experimentamos ese auténtico amor de Dios y que empezamos a amarle de todo corazón de vuelta, ese mismo amor nos lleva a amar a los demás.
Amigo/a, ¡el amor de Dios en tu vida te lleva a amar a Dios y a los demás sin reservas! Llénate en este día de Su amor al pasar un tiempo en Su Presencia, y que este día esté marcado por el amor de Dios en todo lo que hagas.