Amigo/a, 💬 Tus Conversaciones cambian Vidas
Estamos acercándonos al final de esta serie de consejos que el apóstol Pablo da a su hijo en la fe Timoteo. Hoy vamos a analizar uno de los últimos que le dio, y que se encuentra al final de la segunda carta a Timoteo.
Dice: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina…” (2 Timoteo 4:1–2).
Fíjate en la fuerza con la que le está dando este consejo a Timoteo. De hecho, más que un consejo es un un mandamiento. Pablo le está transmitiendo la importancia tan crucial que tiene el predicar la palabra a cualquier persona, y en cualquier momento.
El motivo de que sea tan importante el hecho de hablar de Dios es que, como dice al principio, todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo. Y todos aquellos que no hayan recibido a Jesús como su Señor y le hayan seguido de todo corazón, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Es una cuestión de Eternidad, y ¡cuántas veces no nos damos cuenta de la importancia que tiene el hablar de Jesús a los demás! Nos cuesta porque tenemos miedo a ser rechazados, miedo de pasar por situaciones complicadas, o de experimentar burlas por parte de los demás.
Nos cuesta también en ocasiones porque no sabemos qué decir ni cómo, o tenemos miedo de no saber cómo contestar a las preguntas que nos puedan hacer. Puede, de hecho, que tengamos miedo de que haya incluso personas que se alejen más de Dios por nuestra culpa, por no saber cómo hablarles.
Pero todos esos miedos se basan en la misma mentira de las tinieblas que trata de frenarnos. El Espíritu Santo vive en ti, y Él es el único que puede tocar los corazones.
Cuando das pasos y hablas a los demás con un corazón sencillo y humilde que busca bendecirles, puedes estar seguro de que, más allá de lo que ocurra en esa conversación, Dios va a usar tus palabras para tocar de alguna manera a la otra persona en algún momento de su vida.
Es por eso que el apóstol le da este mandato a Timoteo, y le anima a que no pierda de vista la realidad espiritual, sino que esté siempre preparado, en cualquier situación, ya sea favorable o no, para compartir a Jesús, para enseñar, para corregir los errores y reprender las mentiras de las tinieblas…
Amigo/a, ¡tus conversaciones tienen el poder de cambiar la vida de los que te rodean! Que en este día, puedas pedirle a Dios Su sabiduría para saber a qué personas podrías hablar y cómo deberías hacerlo. No tengas miedo de cometer errores: todos aprendemos sobre la marcha, y con la ayuda del Espíritu. El verdadero error sería no hablar a los demás.
¡Habla, y no calles! (Hechos 18:9)