📖 Tu historia importa
Ya que hemos visto las diferentes claves en el libro de Job para enfrentar la depresión, quisiera cerrar esta serie con una pequeña pero poderosa idea. Así como, por las heridas de Jesús, nosotros fuimos sanados, también, a través de nuestras heridas, otros pueden ser sanados.
Una de las cosas que haber pasado por ese tiempo de depresión cambió en mí para siempre es la compasión y el amor que siento por las personas que enfrentan lo mismo. Antes de eso, yo hubiera sido como uno de los amigos de Job, ofreciendo respuestas equivocadas. De hecho, confieso que muchas veces, cuando escuchaba que alguien estaba pasando por depresión, lo primero que pensaba era: “¿cuál depresión? Que se ponga a hacer algo y ya se le pasará”.
Sin embargo, hoy en día, cuando escucho o veo a alguien atravesando por eso, mi corazón se mueve a misericordia. Puedo decirte que he tenido el privilegio de acompañar a personas que han pasado por esta experiencia, y puedo decirles de la misma forma que puedo decirte a ti: si hoy estás pasando por esto, ¡hay esperanza! Nuestro Redentor vive, nuestro Dios es bueno y podrás ver su obra en ti.
Y estoy seguro que de la misma forma que pasó conmigo, Dios va a utilizar tu vida para sanar a otros, y para que vean a Dios en medio de su dolor. Por eso me encanta que tengamos este pequeño versículo en medio del último capítulo de Job; “Cuando Job oró por sus amigos, el Señor le restauró su bienestar” (Job 42:10).
Amigo/a, si tu has pasado por algo así y hoy has logrado salir de ahí, Dios hoy te llama a orar por otros, a ayudar a sanar a otros, a llevar un mensaje de esperanza en Dios. Y si hoy tu estas pasando por esto y estás en medio de la oscuridad que puede haber en la depresión, no pierdas la esperanza, Dios tiene un propósito para ti, y tu historia cuenta, tu historia es importante y un día lo verás.
Oremos juntos; Mi buen Padre, mi Dios y mi señor, hoy pongo delante de ti mi situación, hoy pongo en tus manos mi carga, hoy dejo a tus pies todo. Señor hoy me rindo a tu poderosa mano, me rindo ante tu voluntad y decido confiar en tu sabiduría, señor hoy oro como aquel padre de la biblia, “creo pero ayúdame en mi incredulidad”, en el nombre poderoso de Jesús, amén.