Amigo/a, tienes una cena con Dios pendiente...
Hace unos años fui a visitar Sevilla con mi padre. Sevilla es una de las ciudades más importantes del sur de España, un lugar precioso que combina maravillosamente sus edificios históricos vinculados a la realeza con parques, calles adornadas y un ambiente muy agradable.
Una de las cosas más características de Sevilla es que hace calor, mucho calor. Recuerdo que fuimos a visitarla a finales del mes de julio, y el sol golpeaba de lleno. Tras estar un buen rato caminando por la calle con una temperatura de casi 40 grados centígrados en la calle (104ºF), lo que más deseábamos mi padre y yo era un poco de sombra y una bebida bien fría y refrescante. ¡La botella de agua que llevaba en la mochila ya no era una opción! Estaba tan tibia que era desagradable de beber.
Seguramente lo primero que te viene a la mente cuando escuchas el nombre de “Laodicea” es la tibieza que el Señor reprocha tener a esta iglesia. A Dios le desagrada especialmente la tibieza espiritual: es todo lo contrario de lo que Él tiene preparado para ti.
Dios quiere avivarte cada vez más, y este es Su plan para ello: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Fíjate: este pasaje que tantas veces usamos para evangelizar tiene su origen en el mensaje que Jesús le da a la iglesia de Laodicea; y en el fondo tiene sentido, porque no hay nada que avive más una relación que el compartir una cena en casa.
Amigo/a, hoy Dios quiere avivar más Su relación contigo. Abre las puertas de tu corazón de par en par para que puedas disfrutar más de Su Presencia, como nunca antes. Además, este pasaje termina con una promesa: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apocalipsis 3:21).
Sí, cuando invitas a Jesús y dejas que Él se siente contigo a tu mesa, Él te devuelve la invitación para que vengas a Su casa y te sientes con Él en Su Trono. ¿Acaso no es precioso?
Que el fuego y la pasión por Dios ardan en tu corazón todos los días de tu vida