🩺 ¿Tienes signos vitales?

¿Qué es lo primero que chequeamos cuando alguien se desmaya frente a nosotros?
Buscamos signos vitales: si respira, si su corazón late. Porque si no hay respiración ni movimiento, algo no está bien. Esa persona podría estar en peligro.
¿Sabes, Amigo/a? Lo mismo ocurre con nuestra fe. La fe es esencial en nuestro caminar con Jesús. Es el corazón de nuestra vida espiritual. Pero, ¿cómo sabemos si está viva? Por sus señales vitales: lo que produce.
La fe, nos mueve a amar más, a perdonar con profundidad, a servir con humildad, a responder con compasión. Esa es una fe que respira, que vive. No está dormida, vacía ni desconectada de su propósito.
Santiago lo expresa con claridad: “Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.” Santiago 2:17 (RVR1960)
Podemos decir que creemos, hablar de Dios o incluso compartir versículos, pero si no estamos amando como Él ama, si no extendemos nuestras manos al que sufre o al que necesita, entonces esa fe necesita ser despertada. Porque la verdadera fe se manifiesta.
La fe es lo que te permite vestirnos de amor cada día. Te impulsa a confiar en las promesas de Dios y a esperar en ellas. Pero también te inspira a actuar, a servir y a dar. No se trata de hacer obras para ganar el amor de Dios, se trata de amar tanto a Dios que no podemos evitar extender su reino con nuestras acciones.
Amigo/a, ¿sientes que has perdido la fe? Tal vez has pasado por mucho y eso te desanimó. Pero si algo he aprendido es que cuanto más te enfocas en amar y servir a los demás, más fuerte se vuelve tu fe. Y en ese proceso, Jesús se encarga de lo que necesitas, ¿por qué? Porqué eres su hijo/a y te ama.

