Amigo/a, 🍳¡Te has dejado la olla en el fuego!
¿Has visto alguna vez una olla a presión? Una de las cosas más características que tienen son el típico silbido que hacen cuando están en el fuego.
Nuestras vidas a veces son como una olla a presión. Ante el fuego de los problemas, nuestro interior empieza a removerse, y sentimos cómo crece la presión en nosotros. Yo no sé tú, pero en mi caso no es solo una figura simbólica: puedo sentir físicamente una presión en la zona del pecho, sobre todo ante problemas grandes.
Al igual que las ollas a presión, tenemos que liberar ese estrés, esa presión que hay en nosotros. La pregunta es: ¿cómo la liberamos? Podemos enfadarnos, quejarnos, llorar, hablar con otra persona… y en cierta manera, la mayoría de esas cosas pueden ayudarnos a sentirnos mejor. Pero solo hay una manera que es realmente efectiva: compartir esa presión con Dios.
La Biblia dice: “Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7, RVR95). De hecho, dice también: “Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7, RVR95).
Cuando notes esa angustia, no dejes que se acumule en ti hasta explotar: ven a Jesús. Habla con Él en oración, desahógate con Él, echa toda tu ansiedad a Sus pies, y cree que Él va a hacer algo en esa situación. ¿Sabes lo que ocurrirá cuando lo hagas? Que a los pocos minutos empezarás a sentir esa paz increíble de Dios que te fortalecerá de nuevo.
Sí, Amigo/a, deja que hoy Dios se lleve el estrés de tu vida, y te dé Su preciosa paz. Es una promesa que está hoy a tu alcance. ¿Te apropiarás de ella?
Que Su paz eche fuera el estrés en este día.