Amigo/a, 🛒 ¿Te gusta conducir?
¿Te gusta conducir? ¡A mí me encanta!
Me gusta tanto conducir que no solo disfruto conduciendo automóviles, sino que me encanta también cuando “conduzco” otras cosas, como cuando empujo el carrito de nuestra hija Eva Grace por las calles. ¡Me gusta hasta conducir el carrito de la compra por el supermercado! =)
Estoy seguro de que a Eva Grace le encantará también conducir cuando sea mayor, como a sus padres. Pero, ¿te imaginas qué pasaría si ahora mismo Evita quisiese conducir su carrito?
Aun si le instalásemos un motor, un volante y unos pedales a su carrito, con sus apenas dos años de edad no tendría ni idea de qué hacer con ellos… =) No, ese carrito no ha sido diseñado para ser conducido por ella, sino para ser empujado y dirigido por sus padres.
Amigo/a, nosotros, de manera similar, no hemos sido creados para dirigir nuestras propias vidas y hacer lo que queramos con ellas: hemos sido creados para dejarnos conducir por Dios, para ser empujados por la dulce brisa de Su Espíritu Santo.
La Biblia dice: “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9).
Esa es la clave: buscar la voluntad de Dios. Fíjate en lo que dice el apóstol Pablo en este pasaje:
- Él ora sin cesar
- para que sean llenos
- del conocimiento
- de la voluntad de Dios
- en toda sabiduría
¡Sí, conocer la voluntad de Dios te ayuda a caminar sabiamente! Hoy oro por ti, Amigo/a, para que puedas entender cuál es la voluntad de Dios en cada paso que des, para que así camines en toda sabiduría.
Te llevo en mis oraciones y en mi corazón.