Amigo/a, 🔦 Su luz vence tus tinieblas
Ayer fuimos refrescados al analizar el carácter creador de la Palabra, de Jesús, el Verbo de Dios. ¡Es tan impresionante pensar que Él nos ha creado, y que se deleita en nosotros!
Seguimos avanzando en este precioso pasaje, que sigue diciendo: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:4-5)
Él es la Luz. No es sorprendente que así sea, porque la Palabra dice que “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él” (1 Juan 1:5). La vida y la luz se combinan en una misma persona: Jesús, Aquél que vino a restaurar lo que se había perdido.
Piensa en ello: la Creación era perfecta en su origen, al punto de que y todo era agradable. Pero cuando el enemigo encontró una puerta de entrada a través del pecado de Adán y Eva, las tinieblas y la muerte entraron en el mundo, y las cosas empezaron a cambiar.
El enemigo tomó una posición que no le correspondía: la de “principe de este mundo” (Juan 14:30), y empezó a traer muerte y confusión en su reinado.
Hacía falta que otro rey, el Rey de reyes y el Señor de señores, viniese a restaurar todas las cosas. Es por eso que vino Jesús: para traernos la luz y la vida del Reino de los Cielos, y ayudarnos a ser libres de la tiranía y la muerte de las tinieblas.
Sí, Amigo/a, Su luz vence todas tus tinieblas. En Jesús tienes nueva vida: las obras y las mentiras del enemigo no tienen poder contra Su luz en ti.