😔 Reconocer mi pecado

Saludos mi amigo/a, es un gusto saludarte y una bendición compartir contigo. En esta serie quiero hablarte de un tema sumamente importante, tanto para nuestra vida aquí como para la eternidad. Al inicio puede sonar un tanto desafiante pero estoy seguro de que será de gran provecho para tu corazón.
Esta semana reflexionaremos sobre cómo podemos caminar hacia un verdadero arrepentimiento. Y es que una vida de arrepentimiento es clave para caminar en intimidad con Dios.
En estos días tuve la oportunidad de conversar con algunas personas que están buscando caminar con Dios, conocerle más de cerca, e incluso entregar su vida a Él. Y noté algo muy importante: una de las primeras cosas que vivimos cuando nos acercamos a Dios es ser confrontados con nuestro propio pecado.
El problema con esto es que no siempre sabemos qué hacer cuando Dios nos muestra nuestra realidad espiritual. Pero sabes, la Biblia es muy clara en cuanto a cuál debe ser nuestra respuesta, mira lo que dice Hechos 3:19: “Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios” (NVI)
Amigo/a, déjame hacerte una pregunta muy personal, ¿eres consciente del peso de tu pecado?
Esta semana quiero compartir contigo uno de los pasajes más impactantes sobre el arrepentimiento en toda la Escritura: el Salmo 51.
El Salmo 51 lo escribió David después de que el profeta Natán lo confrontara y le hiciera ver la gravedad de su pecado con Betsabé (2 Samuel 12). Cuando David cae en cuenta de lo horrible de su pecado escribe este salmo. Observa lo que dice en los versículos 3 y 4: “Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos…” (NVI)
Déjame preguntarte una vez más, ¿eres consciente del peso de tu pecado? ¿Podrías decir junto con David “siempre tengo presente mi pecado”? Mi amigo/a, esta es la realidad: la única manera de caminar hacia un verdadero arrepentimiento, es reconocer con humildad la profundidad y el peso del pecado en nuestra vida.
Y esta es la hermosa promesa de Dios: si confiesas tu pecado será borrado y podrás caminar en intimidad con el Dios que te creó y te ama.
Para terminar, te invito a hacer esta pequeña oración: “Señor, reconozco mi pecado delante de ti. No quiero esconder nada, quiero caminar en sinceridad. Límpiame y ayúdame a ser consciente del dolor que te causa mi pecado, amén”.

