📲 ¿Quién puede interrumpirte a la mesa?

Imagina esta escena: has invitado a alguien importante a tu mesa, compartes con él tranquilamente, de pronto llega una persona no invitada, alguien con mala fama en el barrio. Todos saben que no vive bien, y ahora está ahí, interactuando con tu invitado. ¿Cómo reaccionarías?
Recuerdo una vez, hace años, cuando participaba en una campaña evangelística. Habíamos pasado horas caminando bajo el sol, y aunque el día había sido lleno de buenas conversaciones sobre Jesús, estaba agotado y solo quería comer y descansar.
Mientras la anfitriona preparaba la comida y esperábamos en la mesa, alguien tocó a la puerta. Era una mujer que no conocía, pero por su apariencia y su pedido de dinero, podía intuir su ocupación. Para mi vergüenza, mi primer pensamiento fue decirle rápidamente: “No hay, señora”, y seguir con mi descanso.
Pero Dios tenía otra lección para mí.
Dos de mis compañeros salieron a hablar con ella y comenzaron a compartirle el evangelio. Pronto, aquella mujer estaba llorando al escuchar sobre el amor de Dios. Ese día, no solo recibió un plato de comida, sino un mensaje que pudo haber cambiado su vida.
Aprendí que evangelizar no es solo una campaña o un evento: es un estilo de vida. Dios puede interrumpir nuestros planes en cualquier momento para mostrarnos a alguien que necesita su amor.
En Lucas 7:36-50, Jesús vivió una interrupción similar. Mientras comía con un líder religioso, una mujer de mala reputación entró, rompió un frasco de perfume y, entre lágrimas, ungió sus pies. Mientras el anfitrión se escandalizaba, Jesús la amó. Aceptó su acto de adoración y le dijo las palabras que más necesitaba escuchar: “Tus pecados son perdonados, tu fe te ha salvado, vete en paz.”
Jesús no solo respondió con amor, sino que usó el momento para enseñar: A quien mucho se le perdona, mucho ama.
Amigo/a, ¿cuánto te ha perdonado Dios? ¿Cuánto estás amando a Dios y a quienes te rodean?
Esta semana, presta atención a las personas que Dios pone en tu camino. Tal vez alguien necesite urgentemente una muestra de su amor, y tú puedes ser el mensajero. El amor de Dios no tiene horario ni reservas.

