Amigo/a, ¡que no te frene!
Uno de los grandes miedos que muchas personas tienen es el miedo al qué dirán, miedo a experimentar la descalificación por parte de sus seres queridos y de las personas que les rodean. ¿Sueles experimentar este miedo?
Ese tipo de miedo, así como el resto de miedos que podemos sentir, tienen la misión de hacernos perder el propósito para el que hemos sido creados. Mediante el miedo a lo que pueda ocurrir, o en este caso a lo que los demás puedan pensar o decir de nosotros, el enemigo trata de impedirnos brillar, detenernos para que no hagamos aquello que Dios está poniendo en nuestro corazón, y robar así nuestro destino.
Una de las cosas que más me inspiran de Jesús es que era totalmente libre de ese miedo. Si tenía que acercarse y hablar u orar por una persona considerada “impura” en aquellos tiempos, o incluso comer con ella, no dudaba ni un instante en hacerlo, sin importarle lo que los fariseos, escribas u cualquier otra persona pudiese decir.
La Biblia nos anima a que tengamos siempre una “buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo…” (1 Pedro 3:16). Es cierto, no podemos evitar que las personas murmuren de nosotros, pero sí que podemos decidir liberarnos de la inseguridad y del miedo, y caminar en aquello que Dios nos llama a hacer, siempre con una buena conciencia.
Amigo/a, no dejes que el miedo a la murmuración de los demás te frene. Has sido creado/a para brillar con la luz de Dios, así que ¡brilla, y bendice a todo el mundo que puedas!
“Señor, quiero hacer todo aquello que me digas, sin tener ni el más mínimo miedo a lo que los demás puedan decir. Quiero tener sabiduría para actuar con inteligencia, pero a la vez, Señor, dame más y más de Tu libertad, para que así pueda hacer todo aquello que me dices de hacer, en la manera en la que me dices de hacerlo. ¡Gracias por estar siempre conmigo! En el Nombre de Jesús. Amén”
