✅ Prueba y ve
Recuerdo la inauguración de los dormitorios del Centro de Entrenamiento donde hoy colaboramos mi esposa y yo. En aquel tiempo yo aún era estudiante del Instituto Bíblico. En dicha ocasión, al final de la ceremonia, el director hizo un llamado para ofrecer una ofrenda voluntaria destinada a futuros estudiantes
Yo recuerdo haber pensado, “bueno esto no es para mí, yo mismo soy estudiante”. Aparte de que lo único que tenía en los bolsillos eran 200 pesos mexicanos. Pero precisamente en ese momento sentí a Dios invitándome a dar lo que tenía y ser parte de lo que él iba a hacer en ese lugar. Te confieso que en primera instancia no quería hacerlo, le decía a Dios los planes que tenía para esos 200 pesitos, pero solo sentía más fuerte el llamado de Dios, finalmente cedí, obedecí y pasé a dejar mi pequeña ofrenda a un futuro estudiante, e inmediatamente sentí el gozo de haber hecho mi parte por así decirlo.
En la segunda carta a los Corintios, Pablo habla de este tema, habla de las bendiciones tan enormes que hay en el dar. Como esto nos permite tener el privilegio de ayudar a otros, así como nosotros hemos recibido ayuda en su momento. Lo más hermoso para mí en este tema es que en esto no vamos a ganarle a Dios, sabes entre más generosos nosotros seamos con otros, especialmente los necesitados y la obra de Dios, más generoso va a ser Dios con nosotros.
Ahora, no quiero que me entiendas mal, no es que hagamos negocios con Dios, tampoco la generosidad se hace con la intención de recibir más. La generosidad, así como lo hablamos el primer día, es una obra y una expresión de amor, y es por eso por lo que nunca vamos a ganarle a Dios en esto, porque Dios es amor. Mira lo que dice Pablo al respecto:
“Aquí va mi consejo sobre lo que les conviene en este asunto: El año pasado ustedes fueron los primeros no solo en dar, sino también en querer hacerlo. Lleven ahora a feliz término la obra para que, según sus posibilidades, cumplan con lo que de buena gana propusieron. Porque, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido según lo que tiene y no según lo que no tiene.” (2 Corintios 8:10-12)
Amigo/a, ¿sabes cómo terminó la historia de mi pequeña ofrenda? Al final de la noche, un señor, se acercó a mí de la nada y me entregó un sobre. Me dijo que había sentido de Dios darme esa ofrenda porque sabía que también era estudiante. Al abrir el sobre había… ¡200 pesos! Al final Dios me devolvió lo que había dado, pero ya había trabajado en mi corazón en cuanto a generosidad y obediencia, ¡mostrándome que cuando somos generosos descubrimos que Dios lo es aún más!
Y tú, ¿cómo está tu corazón en cuanto a la generosidad?