☝🏻 Primero al Señor
Cuando leo pasajes como este de la Segunda carta a los Corintios, o como Éxodo 36, donde Moisés tuvo que pedir al pueblo de Israel que dejara de traer ofrendas para la construcción del tabernáculo porque la gente había dado mucho más de lo necesario, no puedo evitar preguntarme:¿Qué había diferente en estas personas?¿Qué los llevó a vivir con tal desprendimiento y alegría?
Me encanta cómo Pablo lo resume en una frase clave: “Se entregaron primeramente al Señor…”
Amigo/a, este es el secreto, esta es la única forma de vivir una vida con tal desprendimiento. La verdadera generosidad no nace en la billetera ni en las emociones; nace en la entrega total a Dios.Cuando te rindes completamente a Jesús, entregar tus recursos, tiempo, fuerza, talentos y vida deja de ser un problema, porque entendemos que todo le pertenece a Él.
¿Sabes? Durante los años que mi esposa y yo hemos servido a Dios, ha habido momentos donde no sabíamos cómo Dios iba a proveer. Momentos donde pensamos que no íbamos a poder seguir sirviendo tiempo completo. No siempre ha sido fácil, de hecho, en ocasiones ha sido muy desafiante. Pero en cada ocasión podíamos recordarnos que nuestra vida es de Él. Esa fue la decisión que tomamos cuando dijimos “sí” al llamado.Y hasta ahora Dios nunca nos ha abandonado ni nos ha dejado; cada vez, y de maneras maravillosas, ha provisto. Y lo más lindo es que casi siempre ha sido a través de la generosidad de otras personas, iglesias y organizaciones.
Amigo/a, cuando una persona se entrega al Señor, la generosidad se vuelve natural. Porque dar no se trata solo de apoyar una causa… se trata de confiar en un Rey que es bueno, fiel y proveedor.Por eso Pablo dice que los macedonios primero se dieron al Señor y luego a los apóstoles. Cuando tu corazón está rendido a Dios, tu vida entera, incluyendo tus recursos, estará disponible para su obra.
Déjame darte este ejemplo sencillo: cuando te enamoras de alguien, dar ya no es un sacrificio; es un gozo. Así funciona con Dios. Cuando lo amas, dar se vuelve una expresión natural de tu amor por Él. Por eso, antes de pensar en cuánto dar, pregúntate: “¿Estoy entregando mi corazón primero al Señor?” Ya que todo lo demás fluye de ahí.
Oremos: “Señor, hoy me rindo nuevamente a Ti. Quiero darte primero mi corazón, mi vida, mis sueños. Enséñame a vivir confiando en que tú eres mi proveedor y a dar con alegría, como fruto de mi entrega a ti. Amén.”
