🧐 ¡Pon atención!
Hay una historia en el Antiguo Testamento que me encanta, y es la historia del profeta Elías. Hay un momento en su vida, una vida llena de milagros, maravillas y el poder de Dios, donde este profeta, este hombre de Dios teme por su vida debido a la amenaza de la reina de Israel. Elías temiendo por su vida se esconde en el desierto, ahí le encuentra Dios y le invita a subir la montaña para encontrarse con Dios, y mira como narra la biblia este encuentro:
“Mientras Elías estaba de pie allí, el Señor pasó, y un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña. La ráfaga fue tan tremenda que las rocas se aflojaron, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el Terremoto. Pasado el terremoto hubo un incendio, pero el Señor no estaba en el incendio. Y después del incendio hubo un suave susurro. Cuando Elías lo oyó, se cubrió la cara con su manto, salió y se paró a la entrada de la cueva.” (1 Reyes 19:11-13)
¡Wow! Imagínate tener una experiencia así, pero sobre todo ¿notaste lo más impresionante de esta historia? Muchas veces queremos ver o escuchar a Dios en las tormentas, en los terremotos o en los incendios de nuestra vida. Esperamos tener experiencias sobrenaturales o señales impresionantes.
Pero sabes, así como con Elías, muchas veces lo que nos hace falta es escuchar el suave susurro de la voz de Dios.
Amigo/a, quiero animarte y desafiarte, a buscar escuchar a Dios en tu día a día, te aseguro que si pones atención a lo que te rodea, podrás escuchar y experimentar su presencia aun en las cosas que tomamos por sentado. Cosas como la tranquilidad del primer sorbo de café, la sonrisa hermosa de tus seres queridos, la música de los pajaritos al cantar, un hermoso atardecer, una fresca brisa de viento.
La Biblia dice que toda la creación da testimonio de nuestro Dios, solo es cuestión de poner atención. Mi invitación toda esta semana para ti ha sido y es, mi amigo, mi amiga, busca que en tu día a día, haya momentos de retiro espiritual, donde puedas en tranquilidad, soledad y silencio encontrarte con tu creador, con tu padre celestial que te ama profundamente.
