✝️ No hay otro nombre

El nombre de Jesús tiene una autoridad inmensa. Dios lo exaltó al lugar más alto, dándole poder absoluto sobre el cielo, la tierra e incluso debajo de ella. Como dice Filipenses 2:9 (RVR1960): "Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre". En Su nombre hay salvación, sanidad y victoria.
Cuando invocamos el nombre de Jesús con fe, nuestras circunstancias pueden transformarse. Su nombre también representa su esencia y todo lo que Él es: Admirable Consejero, Príncipe de paz, Dios fuerte. Al meditar y creer en estos atributos, abrimos las puertas para que su poder opere en nosotros e invitamos a Dios a realizar milagros en nuestro entorno. Pero si permitimos que la duda, el temor o la incredulidad dominen, damos lugar a las tinieblas para que roben, destruyan y apaguen lo que Dios anhela hacer.
Entender la autoridad del nombre de Jesús es vital, porque cuando lo hacemos, somos fortalecidos para enfrentar cualquier situación. No hay problema demasiado grande ni detalle demasiado pequeño para él. Su nombre trae paz al caos, luz a la oscuridad y vida a lo que parecía perdido.
Además, cuando reconocemos el poder y la autoridad del nombre de Jesús, algo cambia profundamente en nuestro corazón y en nuestra adoración. Su nombre no es solo una palabra, es la declaración viva de su victoria, su amor y su soberanía. Por eso, Filipenses 2:10 nos invita a un acto de rendición total: “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra.”
Amigo/a, declara su nombre con fe, proclama que Él es digno de toda alabanza, que su autoridad gobierna sobre tu vida y que su poder es mayor que cualquier circunstancia y verás su gloria manifestarse en ti y alrededor de ti.

