Amigo/a, 🙌🏻 ¡Nada te faltará!
Seguimos con este recorrido de dos semanas, en las cuales vamos a analizar el precioso y tan conocido Salmo 23 frase a frase, y vamos a hacerlo hoy analizando la segunda parte del primer versículo, que dice: “Jehová es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1)
Ayer veíamos de pasada que, en efecto, Dios es nuestro pastor. Él es el que cuida de Sus ovejas: de hecho, es el que ha dado Su vida por ellas, para que podamos experimentar una nueva vida.
Y porque Él es nuestro pastor, y además es un Buen Pastor, podemos estar seguros de que nos va a cuidar de todos los ataques que quieran venir contra nosotros.
No solo eso: sabemos que Él nos va a llevar a lugares de provisión, de abundancia, en los que podamos saciarnos, en los que no nos falte de nada.
Es por ello que podemos proclamar con el salmista, de todo corazón y con toda nuestra fe: “nada me faltará”.
Ese es el propósito de este Salmo: avivar nuestra fe, para que podamos empezar a proclamar con fe quién es nuestro Dios, y las que cosas que Él está haciendo y va a seguir haciendo en nuestra vida.
De hecho, fíjate que aquí el Rey David está hablando en futuro: “nada me faltará”. No duda de lo que pueda ocurrir mañana, ni es escéptico. Al contrario, proclama de todo corazón por medio de la fe que nunca le faltará nada, porque sabe que Dios es realmente un auténtico Buen Pastor, y que va a tener cuidado de él a cada instante.
Amigo/a, ¿puedes también proclamar con el salmista “Nada me faltará”? Puede que tu realidad se muestre amenazante, pero recuerda esto: Tu fe no depende de la realidad que te rodea. Al contrario, tu fe transforma tu realidad, para dejar que la Verdad del Reino de los Cielos la invada y la transforme
De hecho, te quiero invitar a lo largo de estos días a que proclames sobre tu vida en oración las verdades que hemos ido descubriendo juntos en esta serie. Cierra los ojos y repite de forma muy suave y sentida, invirtiendo unos cuantos segundos para pensar en ello, e incluso imaginándolo en tu mente:
- Dios es mi pastor
- Nada me faltará
Repite esto unas cuantas veces, y deja que esta realidad inunde tu alma, a la vez que sientes cómo tu fe empieza a crecer en ti, al creer estas promesas de Dios