Amigo/a, 📢 ¡Los milagros siguen a tus palabras!
Ya estamos casi al final de este precioso Salmo, y en su penúltima frase, el rey David proclama esto: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida…” (Salmo 23:6).
El Salmo 23 está lleno de palabras de fe y de testimonios acerca de la fidelidad de Dios, y esto muestra el corazón de David: un corazón que confiaba plenamente en Dios.
De hecho, este Salmo está marcado por la confianza de lo que Dios va a hacer. No solo de lo que ya ha hecho, sino de lo que va a hacer.
Y la confianza de David es tan grande que no tiene miedo de hacer afirmaciones tan contundentes como “nada me faltará…”, “Dios me guiará…”, o “Él me hará descansar…”.
Ese es el nivel en el que la fe pasa de ser un mero deseo, para convertirse en una certeza, en una convicción: el nivel en el que eres capaz de proclamar las promesas de Dios sobre tu propia vida de lo más profundo de tu corazón.
David las proclama constantemente, y en el versículo de hoy, el último del Salmo 23, dice que sin duda, con total certeza, el bien y el favor, la misericordia de Dios, le seguirían cada día de su vida.
Fíjate que no dice que se los encontrará cada día, sino que los ambas “le seguirán”. Primero está nuestra determinación de confiar en Dios, de obedecerle, de aferrarnos a Sus promesas… y como consecuencia, ese bien que esperamos empieza a manifestarse en nuestra vida.
Querido/a amigo/a, ¡los milagros de Dios siguen a tus palabras! Cuando te aferras a las promesas de Dios y las proclamas de todo corazón sobre tu vida, tu fe y tus palabras están abriendo la puerta para que Dios pueda mostrar Su gloria y Su poder en tu vida.
Sí, decide creer y confesar hoy Sus promesas sobre tu vida, y deja que Sus milagros empiecen a seguirte allá donde vayas. ¡Dios tiene realmente tantas bendiciones preparadas para ti!
Te llevo en mis oraciones y en mi corazón,