Amigo/a, ¿lo bueno o lo mejor? 🤔
Siempre he sido muy perfeccionista. De primeras, el perfeccionismo parece una cualidad positiva, algo que quizá nos gustaría poner en nuestro currículum para tratar de dar una buena impresión… Pero la verdad es que, generalmente, el perfeccionismo es más un defecto que una virtud.
Un antiguo jefe mío, al que tengo mucho cariño, siempre solía decir: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”. ¡Es cierto! Muchas veces tenemos buenas ideas, cosas que podríamos llevar a cabo sin demasiado esfuerzo y que podrían ser de mucha bendición… pero empezamos a querer hacerlas tan perfectas y tan complicadas que al final se convierten en algo inabarcable. ¿Te ha pasado esto alguna vez? A mí muchas veces, desgraciadamente.
Quizá piensas que el apóstol Pablo, uno de los mayores apóstoles de la iglesia primitiva, era seguramente perfecto, pero él mismo decía: “No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús” (Filipenses 3:12, LBLA).
Pablo no era perfecto, pero no paraba de esforzarse y de dar pasos, de salir de su zona de confort para hacer lo que Dios le decía. ¡Esa es la clave! Pablo usaba lo que tenía, y veía la multiplicación que Dios llevaba a cabo con ello, tanto en su propia vida como en la de los demás.
Amigo/a, no tienes que ser perfecto/a para poder servir a Dios: de hecho, cuanto más le sirvas, más crecerás, y más perfeccionado serás por Él. Solo tienes que darle tus “cinco panes y dos peces” (Mateo 14:16-21) y dejar que Él haga maravillas con ellos.
Te animo a que pases un momento ahora en la Presencia de Dios y que le pidas que te dé nuevas ideas, o que te haga recordar antiguas ideas que te dio en el pasado y que nunca llegaste a poner realmente en práctica. Apúntalas, ora para que el Señor te dé sabiduría para poder llevarlas a cabo de manera sencilla, ¡y da pequeños pasos!
Disfruta de este día en la Presencia de Dios