Amigo/a, 🚪 Las puertas se abren…
Una de las mejores cosas que podemos hacer para crecer en nuestra vida es salir de nosotros mismos, y buscar bendecir a los que nos rodean.
Como veíamos ayer, cuando José fue encarcelado, dejó la desesperación a un lado y empezó a servir en la prisión, a tal punto que se convirtió en el hombre de confianza del jefe de la prisión. Fue en esa posición en la que tuvo la oportunidad de encontrarse con el panadero y el copero de Faraón, e interpretar sus sueños.
Ese gesto generoso, que tenía como finalidad bendecirles con su don, lo cambió todo para José. El copero, una vez restituido en su puesto, habló a Faraón acerca de José, y eso le abrió una puerta increíble. Fue llamado para interpretar el sueño de Faraón, el cual nadie en la corte había sido capaz de descifrar, y no solo consiguió interpretarlo, sino que le dio, además, una solución al problema al que ese sueño apuntaba.
Tal fue su impacto, que Faraón se quitó el anillo de su dedo, se lo dio a José, y le dijo: “Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú” (Génesis 41:40). ¡En un día, José había pasado de ser un preso a ser el segundo hombre con mayor autoridad en Egipto! Ese es el tipo de cosas que Dios hace, cosas que son humanamente imposibles.
Cuando dejamos nuestros problemas en las manos de Dios y buscamos bendecir generosamente a los demás, se abren puertas que no podríamos ni siquiera imaginar. A veces tarda tiempo, como en el caso de José (pasaron dos años hasta que el copero le introdujo a Faraón) pero sin duda merece la pena. ¡Te lo digo por experiencia!
Amigo/a, ¡no dejes de bendecir a los demás! Cuanto más lo hagas, más bendición verás en tu propia vida, y puertas abiertas que ni siquiera imaginabas que pudiesen abrirse.
Te llevo en mi corazón
