🪤 La trampa del orgullo

“No necesito a Dios”, ¿alguna vez has tenido este pensamiento?
Esta es una de las trampas más comunes del enemigo, y precisamente fue la segunda tentación para Jesús, la tentación de que podía alcanzar su propósito aquí en la tierra sin Dios.
“Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.” Mateo 4:5-6
La tentación de lanzarse desde la parte más alta del templo nos lleva una vez más al Jardín de Edén. Cuando la serpiente habló con Adán y Eva, no solo les hizo ver el fruto como algo deseable, sino que también les vendió el resultado como algo espectacular.
Les dijo: si lo prueban “llegarán a ser como Dios”. Y de esta manera el orgullo del ser humano fue expuesto por primera vez.
¿Qué estaba ofreciendo el diablo a Jesús? Fama y prestigio. Mientras que con el pan le ofrecía saciar su hambre, con esta tentación le ofrecía una forma fácil de cumplir su propósito, volviéndose famoso desde el principio de su ministerio. Imagina el impacto si, al inicio de su ministerio, Jesús hubiera descendido de lo más alto del templo, llevado por ángeles.
Pero ese no era el propósito de Dios para Jesús. Esa no era su misión. De hecho, más tarde, cuando una enorme multitud seguía a Jesús y su fama estaba en su cúspide, Jesús les dijo: "Ustedes me siguen solo por los milagros que ven y porque les doy de comer".
Él sabía lo fácil que nuestro corazón se deja llevar por lo luminoso, y cómo esto puede hacer que se olvide lo verdaderamente importante: la relación con Dios.
Como pastor, líder y misionero puedo decirte que esta es una de las tentaciones más fuertes para todo líder cristiano: dejarse asombrar por las multitudes y perder la relación con Dios. Es fácil dejarse llevar por los aplausos y el reconocimiento, olvidando la verdadera razón de nuestro llamado.
Pero esta tentación no es exclusiva de los líderes, es una trampa para todos. El deseo de sentirnos como nuestros propios dioses, el creer que lo sabemos todo y que no necesitamos la Biblia o a Dios para vivir, es una trampa sutil pero peligrosa.
Amigo/a, ¿hay alguna área en tu vida hoy donde, consciente o inconscientemente, crees que no necesitas a Dios? ¿Un lugar donde confías únicamente en tu propia inteligencia y recursos?
Mira la respuesta de Jesús: escrito está “No pondrás a prueba al Señor tu Dios”. No pruebes, no tientes o desafíes a Dios por causa de tu orgullo, mejor como dice el proverbio; Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas.

