💡 La luz del mundo
Espero que lo que estamos viendo a lo largo de estos días te esté inspirando a enamorarte más de Dios y a vivir este tiempo de Navidad de una manera más real y consciente.
En este cuarto día de la serie nos centramos en que Jesús vino a un mundo que se encontraba en tinieblas, para traer vida ahí donde reinaba la oscuridad y la muerte.
Nos sacó de las tinieblas y nos trajo Su luz admirable, porque Él es Luz. Ya no vivimos bajo la oscuridad del temor o del pecado, sino bajo la Luz admirable de Cristo.
Sí, “Yo soy la luz del mundo; el que Me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Él es la Luz de nuestras vidas.
En una noche silenciosa, en medio de un mundo lleno de confusión y desesperanza, una estrella brilló en el cielo guiando a los pastores y a los sabios hacia el Salvador. La Luz de Cristo irrumpió en la oscuridad del mundo.
¡La Luz verdadera venía a este mundo, y lo hacía de manera milagrosa!
Lo paradójico es que Él, aun siendo la Luz, tuvo que experimentar la muerte por nosotros, un momento de total oscuridad, para que pudiésemos disfrutar Su Luz en nuestras vidas por la eternidad. ¡Wow! ¿No te dan ganas de adorarLe y de darle las gracias por ello?
Amigo/a, “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4). ¡Ese ha sido siempre Su plan desde el principio!
Llénate hoy de Su Presencia y deja que Su amor y Su Luz te inunden, mientras Le das las gracias en estos días de Navidad por todo lo que Él ya ha hecho en tu vida.