🙋🏻♂️ ¡La elección es tuya!
¿Has conocido a alguien que siempre vive preocupado/a?Personas que, aunque todo vaya bien, siempre encuentran algo de qué angustiarse. Tal vez incluso tú mismo te hayas visto en esa situación: dándole vueltas a los problemas en tu mente, como si pensar más en ellos fuera a resolverlos.
Yo fui una de esas personas, y descubrí que la ansiedad es como un círculo vicioso que nunca se detiene. Cuanto más la alimentamos, más nos atrapa. Y lo peor es que nos roba lo primero que Dios quiere que experimentemos: su paz.
Mira lo que dice este versículo: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3)
La paz de Dios es todo lo contrario a la ansiedad:
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La ansiedad te carga con un peso imposible; la paz te hace descansar en Dios.
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La ansiedad te enfoca en el problema; la paz te recuerda que Dios ya tiene la solución.
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La ansiedad agita tu corazón; la paz lo guarda y lo fortalece.
El apóstol Pablo también nos lo recuerda: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender.” (Filipenses 4:6-7)
Amigo/a, hoy puedes elegir: dejar que la ansiedad gobierne tus pensamientos o enfocarlos en Jesús y en sus promesas. La primera te desgasta; la segunda te fortalece y te llena de esperanza.
Oro para que el Señor te inunde de su paz, de su bendición y de su sabiduría en este día.
Hemos llegado al final de esta serie. ¡Anhelo que haya sido de gran bendición para tu vida!