🎁 Hay recompensa para el que escucha

Si tuviéramos que hablar de lo que Dios espera de nosotros, podríamos resumirlo en una sola palabra: obediencia. Y no se trata de una obediencia forzada o temerosa, sino de una que nace del amor.
Mira lo que dice 1 Juan 3:22-23 (RVR1960): “Y cualquiera cosa que pidiéramos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como él nos ha mandado.”
Dios no nos dio una lista interminable de reglas, Él nos dio un mandamiento claro y poderoso: cree en Jesús y ama a los demás. Esa es la clase de vida que agrada a Dios. Cuando vivimos así, Su presencia fluye libremente en nosotros… y nuestras oraciones no encuentran obstáculo.
Una persona que vivió esta verdad fue Cornelio (Hechos 10). Aunque era romano, oraba constantemente, ayudaba a los pobres y buscaba a Dios de todo corazón. ¿El resultado? ¡Dios escuchó sus oraciones! Envió a Pedro hasta su casa, y ese día toda su familia fue salva y llena del Espíritu Santo. ¡Qué testimonio!
Como la devoción de Cornelio abrió una puerta celestial, tu obediencia sencilla y amorosa también mueve el corazón de Dios. Él ve cuando perdonas, cuando ayudas y cuando eliges creer en Él aunque sea difícil. Y Él responde.
Amigo/a, Dios no es indiferente a tu obediencia. Él escucha, Él ve, y Él actúa.
Oremos juntos: “Señor, gracias por mostrarnos lo que verdaderamente importa. Hoy decido creer más profundamente en Jesús y amar más generosamente a los que me rodean. Enséñame a vivir una vida que te agrade, y a confiar en que tú escuchas cada oración. En el Nombre de Jesús. Amén.”

