Amigo/a, ¿has tocado fondo?
¿Alguna vez te has sentido como si estuvieses en lo más hondo de un pozo? Ese pozo puede adoptar diferentes formas, y puede tener diferentes nombres (depresión, deudas, acusación, stress...), pero al final el resultado es siempre el mismo: el de sentirse hundido y sin escapatoria.
Así se sentía David cuando escribió el Salmo 40, en el que dice:
“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová” (Salmo 40:1-3).
Sí, a veces nos sentimos en ese pozo de la desesperación, lleno de lodo cenagoso por todas partes, y sin perspectivas de poder salir pronto de él. En es medio de esa situación en la que David hizo 3 cosas que le permitieron ver la mano de Dios en acción:
- Clamó a Él de todo corazón
- Confió en Él
- Y esperó pacientemente a que actuase
¿Cuál fue el resultado de estas 3 acciones? Que Dios lo sacó de esa situación, y su vida rebosó de alegría, convirtiéndose además en un testimonio para los demás. Tal fue el impacto de esta experiencia de fe en su vida que, en el Salmo 103, vuelve a repetir esta misma idea, diciendo que Dios es “el que rescata del hoyo tu vida” (Salmo 103:4).
Sí, Amigo/a, Dios es el que te rescata cuando te encuentras en apuros. Él escucha tu clamor sincero, y aunque en ocasiones tengas que esperar más de lo que te gustaría, aguarda con fe y confianza, porque sin duda Él está obrando, y pronto verás las proezas que Él hará con Su mano para sacarte de ese pozo.
¡Días de alegría y gran gozo vienen sobre tu vida! De hecho, ¿por qué esperar? En medio de tu situación, empieza ya a darle gracias y gloria a Dios por lo que va a hacer. ¡Eso le agrada enormemente!