Amigo/a, 🙌🏻 Guarda tu Paz
Seguimos avanzando en este tema tan importante como es la ofensa.
Como veíamos ayer, la ofensa es una de las cosas más comunes en nuestra sociedad. Es fácil escuchar a las personas cuando se enfadan decir cosas como: “¡Me estás ofendiendo…!”, o “¡Me siento tan ofendido…!”.
Una de las acepciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua para el término “ofensa” es “sentirse humillado o herido en el amor propio o la dignidad”. Es muy interesante esta definición, porque integra las ideas de humillación y de heridas.
Es decir, cuando permitimos que entre en nosotros la ofensa, estamos dejando que esa sensación de humillación y que esas heridas se instalen en nuestra vida.
Pensamos quizá que la ofensa nos va a permitir expresarnos mejor, o que nos va a dar cierto poder en nuestra relación con los demás, pero en realidad lo único que hace es convertirnos en cautivos, en esclavos de nuestros propios sentimientos, de nuestros problemas y temores.
Mira lo que dice este pasaje de la Biblia: “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa” (Proverbios 19:11).
La persona que tiene el dominio propio del Espíritu Santo en su vida, sabe cómo esquivar la ofensa y el furor, para que ninguno de ellos le afecte. En lugar de interactuar o dejarse afectar por las palabras, acciones o intenciones de los demás, sabe cómo dejarlos “pasar por alto”, para así guardar su paz.
Me gusta lo que Jesús dijo a Sus discípulos cuando los envió a predicar y a sanar en los pueblos de alrededor, en relación a las personas que encontrarían: “Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros…” (Lucas 10:6).
No importaba el comportamiento de las personas que se iban a encontrar: Si eran personas agradables y llenas de amor, la paz de Dios sellaría su relación; y sino, su paz seguiría con ellos, independientemente de lo que las otras personas hiciesen!
Amigo/a, ¡no dejes que el enemigo te robe la paz con pensamientos de ofensa! En este día, decide esquivarlos todos, y que pase lo que pase, puedas permanecer en la paz de Dios, lleno de Su Presencia y de Su gozo, sabiendo que Él está a tu lado.