Amigo/a, 🙌🏻 Glorifica a Dios en tus Problemas
Hoy quiero invitarte a considerar conmigo este Salmo que dice: “En el día que temo, yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Salmo 56:3–4)
Me gusta enormemente este pasaje, porque en él podemos ver la progresión de emociones que experimentó el salmista David en uno de los momentos más complicados de su vida.
No solo estaba huyendo para salvar su vida del rey Saúl, quien quería matarlo a causa de sus celos contra él, sino que, en su huida, fue capturado por los filisteos, los enemigos del pueblo de Israel.
Cuando todo parecía estar perdido, Dios lo libró tanto de la mano de los filisteos como de la mano de Saúl. David no solo consiguió escapar a la muerte, sino que llegó a convertirse en el rey de Israel, e incluso en ascendiente del Mesías prometido. ¡Dios cambió radicalmente esa situación, y le bendijo más de lo que podía imaginar!
En el Salmo de hoy, David expresa cómo se encontraba en medio de esa situación: tenía miedo, y estaba asustado por lo que podría ocurrirle… pero David no se quedó en ese temor. Él sabía que ese temor le llevaría a la muerte, ¡no podía permitir que se instalase en él!
Entonces David descubrió una manera de aumentar su confianza en Dios hasta el punto de llegar a ser totalmente libre del temor. Él dice, como hemos leído antes: “En Dios alabaré su palabra”(v.4)
Fíjate cómo lo expresa: David está diciendo que, en medio de esa situación tan complicada, no Iba a darle el protagonismo al miedo o a las circunstancias por las que estaba pasando. Al contrario: David iba a empezar a confesar las promesas de Dios sobre su vida.
No sé si te ha pasado a ti, querido/a amigo/a, pero yo he experimentado esto una y otra vez a lo largo de mi vida: cuando estoy en medio de las dificultades y siento que los temores, las angustias y los malos pensamientos quieren invadirme, es en ese momento cuando empiezo a orar con más fuerza a Dios.
Es ahí cuando empiezo a darle gracias por todo lo que Él ya ha hecho en mi vida, y comienzo a reconocer que Su poder es mucho más grande que mis problemas. Le doy toda la gloria, y empiezo a proclamar en voz alta cada una de las promesas de Dios que aparecen en Su Palabra que vienen a mi corazón.
Nunca falla: cuando hago eso, la paz, el gozo de Dios y el poder de Su Presencia empiezan a remplazar todos los temores previos, ¡a tal punto que esos problemas terminan pareciendo totalmente insignificantes!
Amigo/a, no glorifiques tus problemas, ¡glorifica a Dios en tus problemas! Cuando apartas tu mirada de tu montaña para ponerlos en Tu Creador, te das cuenta de que esa montaña no es ni como un grano de arena para Él. ¡Nuestro Dios es tan poderoso!
En este día, si estás atravesando por temores y circunstancias complicadas, te quiero animar a que abras tu corazón a Dios. Echa toda tu ansiedad sobre Él, ¡y levántate confiado en Sus promesas! Esa actitud de fe te permitirá experimentar la gloria de Dios en tu vida como nunca antes.
¡Creo que tu problema del presente va a convertirse en un testimonio del poder y de la fidelidad de Dios para contigo! Y lo creo porque Dios te ama.