Amigo/a, extiende tu Tierra Prometida
Tras 40 años dando vueltas por el desierto, el momento de entrar en la Tierra Prometida por fin había llegado.
Fue la incredulidad del pueblo de Israel y su rebeldía las que dieron lugar a esta situación. Dios les había llamado a entrar en ella al poco de ser liberados de Egipto, pero tuvieron miedo y cerraron su corazón, perdiendo su oportunidad. Ese es el efecto de la incredulidad: nos roba el destino que Dios tiene para nosotros. Josué, sin embargo, siempre tuvo una fe ferviente y animó al pueblo a salir a conquistar la tierra, ¡y al final fue él el escogido para hacerlo!
La fe nos lleva a alcanzar cosas increíbles en Dios. Dios le dijo a Josué: “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie” (Josué 1:3). Fíjate que Dios le dijo a Josué que “ya se los había entregado”, como si fuese algo que ya hubiese ocurrido. Era una promesa, pero para que ésta tuviese lugar, ¡tenían que salir y dar pasos de fe! No era suficiente creerlo, tenían que salir y extender su territorio, poner la planta de su pie por toda la Tierra Prometida.
¡Amigo/a, eres llamado a extender tu Tierra Prometida! En tu lugar de trabajo, en tu familia, entre tus amigos… allí donde estés, Dios te llama a ser una luz que resplandezca con tanta fuerza que transforme a otras vidas, y para eso necesitas una fe ferviente que te lleve a dar pasos.
Es ese tipo de fe la que pelea por los familiares y por los seres queridos, y la que confiesa las promesas de Dios sobre sus vidas, como el apóstol Pablo hizo sobre el carcelero: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31).
¿Qué pasos concretos puedes dar hoy para extender el Reino de los Cielos a tu alrededor? Pídele al Señor que te dé sabiduría, ¡y avanza!