⏳ Esperar sin desesperar
        Acabo de regresar de un viaje a Honduras, y una vez más confirmé que una de las cosas que menos me gustan son las eternas esperas en los aeropuertos. A veces me toca esperar entre tres y hasta doce horas.
¿Sabes por qué estas esperas son tan difíciles? Porque nos obligan a depender. Cuando estoy sentado esperando el abordaje, me doy cuenta de algo: no puedo hacer nada para que el tiempo pase más rápido. No puedo acelerar el avión, ni el proceso, ni el despegue.
Solo me queda depender de la aerolínea, de los trabajadores, del proceso. Y aunque suene extraño, creo que eso me hace bien, porque me recuerda que no puedo controlarlo todo.
Lo mismo pasó cuando mi esposa estaba embarazada: podíamos cuidarnos y alimentarnos bien, pero no podíamos controlar el tiempo de espera, ni la salud, ni cómo sería el cabello o el color de los ojos de nuestro hijo… ¡ni siquiera a quién se parecería más! Solo nos quedaba esperar.
Y aquí está lo que quiero compartir contigo hoy: en esos momentos de espera, lo que marca la diferencia no es cuánto esperamos, sino cómo esperamos.
El pueblo de Israel se enfrentó a esa misma lección. Dios los sacó de Egipto, pero enseguida se enfrentaron a su primer obstáculo… quedaron atrapados: el mar Rojo frente a ellos y el ejército del faraón detrás. ¿Y cuál fue su reacción? Reclamar: “¿Acaso no había sepulcros en Egipto para que nos trajeras a morir en el desierto?”.
Mientras el pueblo se desesperaba, Moisés clamaba. Él no tenía control de la situación, pero eligió confiar en el poder de Dios: “No tengan miedo. Manténganse firmes y verán la salvación del Señor…” (Éxodo 14:13).
Amigo/a, ¿cómo respondes tú en los tiempos de espera? ¿Con miedo y queja o con fe y confianza?
Hoy quiero decirte que, si eliges confiar y esperar, verás la salvación de Dios. Verás cómo Él abre un camino en medio del mar, justo cuando todo parece imposible. Quiero dejarte este desafío para tu próxima “espera” (ya sea una fila, un retraso o una oración aún no contestada): en lugar de reclamar o desesperar, respira y di: “Señor, confío en que tú harás camino donde no lo hay; confío en que tú estás en control”.