🤝🏻 ¡Es para ti también!
Hoy llegamos al final de esta serie en la que hemos recordado y profundizado en el propósito de la venida de nuestro Salvador, Cristo Jesús.
Recuerda que cuando Jesús vino a este mundo, lo hizo como un hombre. Aunque nunca dejó de estar en perfecta comunión con el Padre y el Espíritu Santo, voluntariamente se despojó de Su poder y gloria para hacerse semejante a nosotros en todo.Jesús, siendo el único sin pecado, eligió vivir entre nosotros, experimentar nuestras limitaciones y mostrarnos cómo es una vida completamente rendida y en comunión con el Padre.
Y quizás hoy te preguntes: ¿cómo pudo Jesús vivir así aquí en la tierra, si se despojó incluso de Su poder? Cuando fue bautizado, recibió el poder del Espíritu Santo. La Biblia dice: “Y descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del Cielo que decía: Tú eres Mi Hijo amado; en Ti tengo complacencia” (Lucas 3:22, RVR1960).
Jesús comenzó desde cero, como cualquiera de nosotros, y nos enseñó que una vida rendida al Padre y llena del Espíritu Santo puede reflejar la gloria de Dios. Pablo lo confirma: “Por tanto, nosotros todos... somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18, RVR1960).
Amigo/a, ¡Jesús es nuestro modelo perfecto! Él vino no solo a salvarnos, sino también a mostrarnos cómo caminar reflejando Su carácter cada día, allí donde estés. Y ahora, como hijo de Dios, estás llamado a manifestar Su imagen, ser guiado por Su Espíritu y vivir con propósito en todo lo que hagas.
Por eso, en esta Navidad, que todo se trate solo de Jesús. ¡Él tiene cosas increíbles preparadas para ti!
Te llevo en mi corazón y en mis oraciones.