Amigo/a, 🙌 ¡Eres una bendición!
La bendición de Dios transforma todo en nuestras vidas. Es gracias a la bendición de Dios que podemos sentirnos llenos de vida y ver cómo las diferentes áreas de nuestra vida florecen y producen fruto en abundancia.
Ya en el Antiguo Testamento podemos encontrar cómo la bendición de Dios obraba con poder en la vida de aquellos que estaban muy cerca de Dios.
De hecho, Abraham, el padre de la fe, recibió esta promesa de parte de Dios: "Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición" (Génesis 12:2).
No solamente la recibió, sino que la creyó y la experimentó en su vida: Abraham fue increíblemente bendecido en todo lo que tenía. E incluso aquella área en la que el enemigo había intentando robar, matar y destruir, privándoles de tener hijos, Dios le dio la vuelta y les llevó a experimentar un milagro de Dios tan grande, que Abraham pasó de no tener hijos a tener una descendencia como las estrellas del Cielo.
¡Ese es nuestro Dios! Él desea llenarnos de Su bendición, multiplicarnos, hacernos crecer en cada área de nuestra vida… y, además, desea que colaboremos con Él en Su plan de bendecir a la humanidad.
Es por eso que aquí podemos ver cómo el Señor termina diciéndole: “… y serás bendición”. ¡Sí, somos llamados a ser una bendición allí donde estamos, y a reflejar esa naturaleza de Dios en todo lo que hagamos!
Es más, me atrevería a ir un paso más allá: no podemos realmente experimentar la bendición completa de Dios en nuestra vida, si no estamos dispuestos a compartir de esa bendición con los demás.
Amigo/a, la bendición se afianza y se multiplica en nuestras vidas cuando encuentra maneras de alcanzar también a los demás.
