Amigo/a, 🥰 ¡Eres amado por Dios!
Una de las cosas que más nos cuesta entender como seres humanos es el amor de Dios.
Estamos acostumbrados a amar a las personas en la medida en que ellas nos aman a nosotros.
De hecho, muchas veces sentimos que tenemos que trabajar y hacer cosas por los demás, para que así nos puedan amar, porque no llegamos a entender que alguien nos pueda amar por quien somos.
A mí eso me ha pasado de manera constante a lo largo de mi vida. Siempre he sentido que tenía que agradar a los demás y hacer todo lo posible por ellos, para que así pudiesen estar contentos conmigo y, de esta manera, sentirme amado y aceptado por ellos. ¿Te ha pasado esto a ti también?
Sin embargo, esta definición de amor no tiene nada que ver con el auténtico amor de Dios.
Quizá te sorprenda lo que te voy a decir, pero Su amor por ti no tiene nada que ver con las cosas que haces por Él, ni con tus sacrificios por agradarle.
Esto es lo que el Padre dijo acerca de Jesús, cuando fue bautizado: “​​Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).
Amigo/a, ¿podrías imaginarte que hoy el Padre está diciendo estas mismas palabras sobre ti? ¡Wow! Él tiene complacencia en ti.
Él no te ama más cuando haces las cosas bien, ni te ama menos cuando te equivocas. Él te ama profundamente sencillamente porque eres Su hijo/a amado/a.
Cuando te sientes amado de esta manera incondicional, es cuando puedes empezar a sentirte como un hijo de Dios, y es cuando puedes vivir plenamente en esa identidad.
Es en ese amor incondicional que puedes empezar a servirle con libertad y gratitud. ¡Su amor es un motor para tu vida!
En el vídeo de hoy, Grant nos comparte precisamente los problema que él tenía para aceptar que era amado por Dios. ¡Creo que su testimonio va a ser de gran edificación para tu vida! Puedes verlo en este enlace.