Amigo/a, ⛅ ¡Encuentros con la Palabra de Dios!
Seguimos avanzando en el tema de esta semana, el cual estamos analizando “diligentemente” ;)
Bromas aparte, si hay algo en lo que tenemos que ser realmente diligentes es con la Palabra de Dios. Pero no solo con su lectura.
Mira lo que dice este pasaje del libro de Hebreos: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos 2:1).
Fíjate en cuál es el costo que el autor de Hebreos menciona aquí en relación a no ser diligentes con la Palabra de Dios: dice que podemos deslizarnos.
Es decir, que podemos caminar pensando que vamos bien, y, sin darnos casi cuenta, podemos dar un paso en falso que nos haga caer, que nos desvíe, o que incluso nos dañe.
Ese es el costo de no tener la Palabra de Dios en nuestro corazón. Y la solución aquí no es necesariamente leer unos versículos al día, o hacer el devocional diario: la clave está en desear tener la Palabra en tu corazón.
Jesús dijo a Sus discípulos: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7). ¡Cosas preciosas ocurren cuando Sus palabras permanecen en nosotros!
¿Ves la diferencia aquí? No es cuestión de leer unos versículos de la Biblia al día para así cumplir y mantenernos bien, sino que es cuestión de buscar un encuentro con Dios a través de Su Palabra, recibir Su Palabra “Rhema” en nuestro corazón.
Eso es una actitud de corazón, que tiene hambre de Dios. Y puede que luego no tengas tiempo más que para leer un par de versículos de la Biblia, pero al menos, cuando los lees, los meditas, buscas que Dios te hable a través de ellos, los analizas y dejas que Dios obre en tu vida a través de ellos. ¡Eso es ser diligente en atender y permanecer en Su Palabra!
Amigo/a, ¡sé cada vez más diligente en buscar la Palabra de Dios!
Eso es, de hecho, lo que nos dice el versículo de hoy: es necesario que “con más diligencia” atendamos a la Palabra que hemos recibido.
Te quiero animar a que inviertas unos instantes en oración, y a que le pidas a Dios que te ayude a ver de qué manera deberías ser más diligente con Su Palabra. Pídele que te revele ideas para tener encuentros más profundos por medio de ella.