Amigo/a, en una palabra: fuego
A lo largo de esta semana, he intentando compartir contigo ideas, claves y consejos que nacen de mi propia experiencia con Dios.
La verdad es que mi corazón está hambriento por más y más de Dios. Anhelo estar con Él y conocerle más, sentir Su corazón, experimentar Su Presencia. Quiero ver todo con Sus ojos, sentir con Su corazón.
Cuando el apóstol Pablo tuvo un encuentro con Jesús, su vida fue totalmente transformada. Con el paso del tiempo, su hambre por Dios creció hasta el punto de escribir en una de sus cartas: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. [...] Quiero conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:7,8,10, RVR95).
¿Puedes sentir Su pasión al escribir esto, el fuego ardiendo en su corazón? Hay muchas cosas que son importantes en la vida, y es un regalo de Dios el que podamos ocuparnos de ellas y disfrutarlas; pero ninguna se puede comparar con la gloria de conocer más a Dios, y de experimentar Su poder en nuestras vidas.
Amigo/a, ¿cuánta hambre tienes hoy de Dios? ¿Cuánto arde tu corazón por Él? Te invito a que le pidas al Señor que avive más el fuego de Su Espíritu Santo hoy en tu vida, mientras oro por ti: “Señor, tenemos hambre y sed de Ti. Eres todo para nuestras vidas, y lo que más deseamos es conocerte a Ti, experimentar Tu Presencia y Tu poder en cada momento. Señor, te pido por mi querido(a) amigo(a), para que avives más el fuego y el hambre por Ti en su corazón, y para que pueda saciar su sed en tus ríos de aguas vivas. ¡Gracias por su vida, y por todo lo que ya tienes preparado para nosotros! En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”
Amigo/a, ¡gracias por existir!