Amigo/a, 🧭 En el momento y el lugar adecuados
Seguimos analizando el recorrido de María y de José en esta aventura de fe tan apasionante que tuvieron la oportunidad de vivir.
Una de las cosas más preciosas que podemos experimentar a la hora de dar pasos de fe y de seguir la voluntad de Dios, es encontrarnos en el camino con personas que también están en ese mismo espíritu de fe y de pasión por Dios.
A los ochos días del nacimiento de Jesús, sus padres le llevaron al Templo para presentarle delante de Dios, como era la costumbre en aquellos tiempos.
La Biblia dice que ahí, en Jerusalén, había un anciano llamado Simeón, y que "el Espíritu Santo estaba sobre él" (Lucas 2:25). El Espíritu Santo no estaba dentro de Él, porque eso solo ocurrió a partir de Pentecostés, pero su amor y pasión por Dios eran tan grandes que hicieron que el Espíritu estuviese muy cerca de él, "sobre" él.
Fíjate: este Simeón al que nadie conocía, era conocido por Dios. Su relación era tan real, que la Biblia dice que:
- El Espíritu Santo le había revelado que vería al Mesías antes de morir
- Fue "movido" por el Espíritu a ir al Templo el mismo día que Jesús fue presentado
- Cuando vio a Jesús, a pesar de ser un bebé, discernió que era el Cristo
- Entre lágrimas y con gran gozo, pronunció la bendición sobre él, y declaró proféticamente parte de Su ministerio de salvación, y cómo incluso los gentiles serían alumbrados por Él.
¡Wow! ¡Cuan importante es aprender a dejarse llevar por el Espíritu Santo! ¿Te imaginas que Simeón ese día hubiese preferido solo cumplir con su rutina, o seguir su lista de tareas? ¡Hubiese perdido una ocasión extraordinaria!
Sin embargo, como buscaba de todo corazón a Dios y estaba dispuesto a cambiar sus propios planes, el Espíritu Santo pudo revelarle esto, y "moverle" a este encuentro tan increíble con Su Salvador.
De nuevo, esta confirmación, así como la de Ana la profetisa (que también fue guiada por Dios para encontrar a Jesús ese mismo día), sin duda fueron un impulso de ánimo y alegría para José y María.
Amigo/a, ¡está atento para dejarte guiar por el Espíritu Santo en todo momento! No hay nadie como Él, que sepa tan bien lo que realmente es importante hacer cada día, en cada momento.