Amigo/a, 🗺 El Poder del Encuentro
Intro · Bienvenida · Milagro · Reflexión · Alabanza · Oración
La Biblia dice que, en el principio de todo, "la Palabra ya existía. Y esa Palabra estaba con Dios, y esa Palabra era Dios" (adaptado de Juan 1:1, NTV). Este pasaje sigue diciendo que el que es la Palabra estaba en el principio con Dios creando todo lo que existe en el Universo. Esa Palabra es también llamada Sabiduría en el libro de Proverbios, y, en ambos casos, se refiere siempre a una misma persona: a Jesucristo.
Jesús es la Palabra, Él es el Verbo, la Palabra creadora, viva, activa de Dios. Cuando leemos la Biblia, estamos leyendo la Palabra por escrito. En esos momentos, estamos conectándonos más a Dios, porque estamos llenando nuestro ser con el aliento de Vida, con la Palabra de Dios. ¡Jesús mismo nos toca a través de Su Palabra revelada en las Escrituras!
El poder de la Biblia radica en que sus textos han sido dirigidos desde su creación, inspirados por el Espíritu de Dios, de tal manera que, de una forma sobrenatural, cuando lees la Biblia, te estás conectando a Aquél que es la Palabra de Dios.
Una persona que conozco suele decir que "cuando lees la Biblia, es la Biblia la que te lee a ti". ¡Es verdad! La Biblia no es un libro más: Las palabras que aparecen en ella, tienen el poder de romper las tinieblas en tu vida y de llenarte del poder del Reino de los Cielos. ¡Un solo versículo puede darte libertad e impulsarte hacia tu destino en Cristo! Cuando la lees, es el Espíritu Santo el que está ahí para guiarte, corregirte e inspirarte a través de los pasajes de las Escrituras.
¡Hay un poder tan increíble, tan sobrenatural en la Biblia! Es el poder de la Palabra de Dios encontrándose con nosotros, deshaciendo las mentiras que las tinieblas han puesto en nuestro interior, y revelando los misterios del Reino de Dios.
Dios quiere encontrarse con nosotros a través de Su Palabra. Él no quiere que cumplamos meramente con una rutina de lectura de la Biblia automática: Él quiere hablarnos, guiarnos y ayudarnos a tener una relación cada vez más profunda y real con Su Santo Espíritu.