💥 El poder de las palabras

Bendiciones y saludos al comenzar esta nueva serie.
¿Sabes? Me alegra tanto que estés aquí, es un privilegio ser parte de tu caminar con Dios. Esta semana quiero hablarte de un tema muy importante, es acerca del poder de las palabras, y que reflexiones acerca del poder que tienen tus propias palabras.
Decir algo sin la comprensión del impacto que tendrá es algo grave. No imaginas las relaciones que se han dañado por causa de una palabra dicha sin el filtro adecuado.
Déjame preguntarte, ¿alguna vez una palabra te lastimó profundamente?
Tal vez fue algo que escuchaste de niño, o una frase mal dicha por alguien que amabas. Y aunque han pasado los años aún recuerdas el tono, el momento, y cómo te hizo sentir.
Recuerdo cuando era niño y practicaba Tae Kwon Do, en una ocasión quedé en el segundo lugar en un torneo. Cuando me premiaron con la medalla del segundo, mi papá vino junto a mi, y en vez de felicitarme, dijo que podría haberme esforzado más y así ganar el primer lugar. Sin duda para él, la medalla que su hijo había ganado no tenía valor.
Estoy seguro que mi padre quería motivarme, sé que me ama profundamente, pero aquellas palabras sólo lograron herirme, porque subestimó el poder de sus palabras dichas a su joven hijo.
¿Ya ves cómo las palabras tienen un poder increíble? Pueden construir o destruir, levantar o aplastar. La Biblia no está exagerando cuando dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua.” (Proverbios 18:21, RVR1995).
Ahora, lo que me encanta de esta verdad es que, así como puede hacer mucho daño, ¡también puede dar vida! Amigo/a, tus palabras pueden cambiar el día de una persona por completo. Yo sé que en mi vida, las palabras que me han dicho, han sido muy significativas para mí, ¡y literalmente algunas han cambiado mi vida!
Por eso hoy quiero invitarte a pensar: ¿Qué palabras usas contigo mismo? ¿Y con los que amas? ¿Cómo puedes dar vida a alguien en esta semana con tus palabras?
Mi amigo, mi amiga, tus palabras dejan huellas en las vidas de quienes te rodean, la pregunta es: ¿Qué tipo de huellas quieres dejar?
Oremos juntos: “Señor, hoy quiero reconocer la responsabilidad que tengo de usar mi lengua, mis palabras para bendecir y edificar a quienes me rodean, Señor que cada palabra mía sea una semilla de vida y bendición. Amén”

