👨👩👧👦 El milagro de una familia redimida
A veces pensamos que la fe solo impacta nuestra vida, pero la Biblia deja en claro que, cuando alguien cree de verdad, esa fe puede alcanzar a toda una familia. Dios es un Dios de generaciones, de hogares restaurados, de hijos rescatados y de matrimonios sanados.
Mi propio testimonio es así: cuando yo tenía 14 años, pude ver el cambio tan profundo que hubo en la vida de mi papa cuando entregó su vida a Cristo. También me fue notorio cómo Dios obró en el matrimonio de mis padres. Eso me llevó a pensar: quiero conocer a ese Dios que puede transformar de esa manera la vida de mis padres.
Gracias a eso, veintidós años después, estoy sirviendo a Dios en el ministerio, y hoy mis hijos pueden crecer con una realidad muy diferente a la que yo crecí, en un hogar donde reina el amor de Dios.
Por eso, es tan hermosa la promesa que encontramos en Hechos 16:31: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos.”
Por otro lado, tengo muchos años orando para que mi hermano pueda tener un encuentro con Dios y que su vida sea transformada como ocurrió conmigo, todavía no veo la respuesta a esa oración, pero sigo perseverando, confiando en Dios y en sus promesas.
Amigo/a, ¿hay alguien por quien tu estas orando? ¿Alguien por quien esperas el cumplimiento de esta promesa? No dejes de hacerlo, no dejes de creer. Tu fe puede ser la puerta de entrada para el milagro familiar qué estás esperando.
El siguiente testimonio lo demuestra con fuerza:
“Dios llegó a mi vida cuando enfrentaba problemas en mi matrimonio; mi esposo tomaba, mi hijo adolescente tenía problemas con drogas, y mi último hijo, nació especial, con problemas cardíacos y necesitaba cirugía. Dios hizo el milagro de sanar a mi hijo, sacó a mi otro hijo de las drogas y restauró mi vida y mi matrimonio. Tuve que confiar y esperar doce años en la promesa del Señor. Cada vez que me desanimaba, su Palabra me sostenía: Escribe la visión en tablas porque aunque parece que se tarda, sin duda vendrá. Eso me animaba y me ayudaba a seguir sostenida de su mano. Hoy puedo decir que soy muy bendecida: tengo una familia sacerdotal y estamos sirviendo al Señor.”
Amigo/a, tu fe de hoy puede ser la herencia de bendición para los tuyos mañana.
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Tu donación tiene el poder de transformar no solo una vida, ¡sino familias enteras!
