Fecha de publicación 9 de dic. de 2021

Amigo/a, ⛵️ ¡Echa las redes!

Fecha de publicación 9 de dic. de 2021

Continuamos hoy nuestra serie especial de Adviento con el testimonio de Pedro. Al final de su testimonio, terminaré como siempre con unas pocas palabras de ánimo. Te dejo con su relato:

Toda mi vida he sido un cabezota, he de reconocerlo. Mi carácter me ha llevado más de una vez a meterme en problemas, y no siempre he tomado las mejores decisiones. 

Antes de conocer a Jesús, mi fe se encontraba en sus momentos más bajos. Supongo que, tras tanto tiempo esperando al Mesías con fervor, fui perdiendo la esperanza, y dando pasos que me alejaban poco a poco de mi fe. 

Apuestas, peleas por dinero…, ¡incluso llegar a pescar en Shabat! Estaba en una situación totalmente desesperada, con una deuda masiva, y no sabía qué hacer.

Recuerdo esa noche en la que salí a hacer lo único que sabía: pescar. Tenía la esperanza de conseguir una buena pesca con la que pudiese, al menos, pagar parte de la deuda, y así librarme de la cárcel. Pero esa noche no pesqué nada. 

Mi hermano Andrés y los hijos de Zebedeo vinieron conmigo para ayudarme, pero no conseguimos capturar ni un triste pez. No podía más. Estaba cansado, desesperado, agobiado, y al límite de mis fuerzas…

Todo cambió, sin embargo, al llegar a la orilla. Fue ahí donde Le vi por primera vez. Jesús estaba enseñando a una multitud en la playa, y me preguntó si podía usar mi barco como plataforma. Era lo último que me apetecía hacer en esas circunstancias, pero mi hermano Andrés no paraba de hablarme acerca de este hombre, y además había algo especial en su mirada que llamó mi atención, por lo cual accedí. 

Él empezó a predicar, y Sus palabras no eran como la de otros maestros: tenían autoridad. Cuando terminó su enseñanza, me miró y me dijo: “Echa las redes”. Discutí un poco con él, le conté nuestra historia… pero, puesto que me lo había pedido, decidí hacerle caso. Fue entonces cuando lo imposible sucedió: en cuestión de segundos, una explosión de peces llenaron nuestras redes, al punto de que necesitamos ayuda para poder subirlos todos al barco. 

¡Acababa de presenciar un milagro enorme! Lleno de temor de Dios, me arrodillé ante Jesús, y le dije: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8), ¡pero Él me pidió que le siguiera!

No solo había sido libre de mis deudas: había sido encontrado por el Mesías que tanto había deseado.

Mi nombre es Simón, hijo de Jonás, y he sido elegido por Jesús. 

Amigo/a, quizá tu carácter o tus malas decisiones te han llevado a una situación complicada, y eso te quita las ganas de todo, ¡hasta de celebrar la Navidad! Pero Jesús hoy tiene el poder de transformar tu situación, y de abrir caminos allí donde parece imposible. Ven hoy ante Su Presencia, y echa toda tu ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ti (1 Pedro 5:7).

Christian Misch
Author

Pasionado de las nuevas tecnologías y autor de "Un Milagro Cada Día", compartiendo inspiración diaria para seguir a Jesús.