🙋🏻♂️ Dios todavía llama a personas comunes

Bienvenido/a. Comenzamos una nueva semana juntos; es una bendición acompañarte en tu crecimiento espiritual.
Como te decía hace unas semanas, decidí comenzar, una vez más, un plan de lectura de toda la Biblia. Si esto es algo que todavía no has hecho, quiero animarte a que tomes la decisión de hacerlo. No imaginas la enorme bendición que hay en conocer a profundidad su Palabra. Y si ya lo has hecho, ¿qué tal si compartes con nosotros tu experiencia? Estoy seguro de que traerá ánimo y fortaleza a muchas personas.
Habiendo dicho eso, déjame contarte la historia de Abraham, una de las historias del Antiguo Testamento que no deja de apasionarme cada vez que lo leo.
A Abraham le han nombrado de muchas maneras: el padre de la fe; el padre de muchas naciones; el padre de todos los creyentes; pero mi favorito es… el amigo de Dios. ¿Te imaginas lo hermoso que debe ser que te llamen, amigo o amiga de Dios? Pues te tengo una excelente noticia: tú puedes ser llamado/a amigo/a de Dios.
Amigo/a, cuando Dios llamó a Abraham, él no era un superhombre, no era super especial. Es más, cuando Dios lo llama, él prácticamente ¡no lo conocía! Mira lo que dice la Palabra sobre Abraham antes de que fuera llamado por Dios: “Así dice el Señor, Dios de Israel: “Hace mucho tiempo, sus antepasados, incluido Téraj, padre de Abraham y Najor, vivían al otro lado del río Éufrates, y adoraban a otros dioses” Josué 24-2 (NVI).
Los padres de Abraham no conocían al Dios verdadero y adoraban a otros dioses. ¿Sabes qué significa eso para ti y para mi? Que, sin importar cual sea nuestro pasado, o el de nuestros padres, podemos llegar a ser como Abraham: un amigo de Dios.
Abraham no era perfecto ni famoso cuando Dios lo llamó. Era un hombre común con un futuro incierto. Pero Dios lo escogió para algo extraordinario. Amigo/a, quizá tu no te sientes especial o preparado, pero Dios tiene un llamado para ti también.
Por eso, con esto en mente, hoy quiero invitarte a hacer una pequeña pero poderosa oración, y que simplemente, le preguntes a Dios: “Dios, ¿qué me estás llamando a hacer hoy?”
Amigo/a, este es el primer paso hacia una amistad con Dios: escucha su respuesta, obedece, y mira como tu vida puede cambiar por completo.

