Amigo/a, Dios te invita a Su casa
Espero que estas reflexiones sobre el Salmo 27 estén hablando a tu corazón de una manera especial, y que te estén ayudando a ser cada vez más libre de cualquier forma de temor en tu vida. ¡Estás en mis oraciones!
En nuestro día a día, creo que no hay nada que manifieste un mayor grado de confianza hacia alguien que invitarle a nuestra casa para que conozca nuestra familia. ¡Estoy seguro de que no invitas a tu casa a cualquiera! =)
¿Qué es lo que sientes cuando lees este pasaje? “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo” (Salmo 27:4)
Sin duda alguna, el rey David tenía un corazón hambriento por Dios. Fíjate cuán hambriento estaba por Él que, de todas las cosa que hubiese podido pedirle a Dios, decidió pedirle que pudiese habitar en Su casa todos los días de su vida.
David había desarrollado una relación con Dios fuera de lo normal, a tal punto que no deseaba estar en ningún otro lugar, sino en la casa de Dios, en la Presencia del Señor. ¡Es tan precioso!
Amigo/a, ¿sientes tú también ese mismo fuego por estar con Dios? Ese es el fuego del primer amor, que nos llevaba a pasar horas leyendo la Biblia, orando, buscando a Dios… Es el mismo fuego que nos lleva a deleitarnos en Dios y a contemplar Su hermosura.
Si sientes que tu fuego se ha ido apagando, la buena noticia es que puedes volver a avivarlo. Me encanta cómo el rey David dice: una cosa he pedido a Dios, y “esta buscaré”. ¡David estaba añadiendo acción a su fe y a sus oraciones! Esa búsqueda es una gran clave para poder experimentar la victoria de Dios en tu vida.
Amigo/a, la Presencia continua de Dios en tu vida es clave para ser libre del temor. Dios anhela tener esa relación profunda contigo. ¿Qué acciones concretas puedes dar a partir de hoy para buscar avivar más tu fuego por Dios? Piensa en ello, e invierte unos minutos para orar y escribir todas las ideas que te vengan a la mente.
Ven hoy a la casa de Dios, y no salgas de ahí
