Amigo/a, Dios no se ha olvidado...
Cuando nos enamoramos, es típico que nos pasemos horas pensando en la otra persona. ¿Te ha pasado a ti?
A mí me ha pasado. Cuando conocí a Belinda, mi esposa, vivíamos cada uno en un continente diferente. Nos escribíamos todo el tiempo, nos llamábamos y no parábamos de pensar el uno en el otro (o al menos, yo no dejaba de pensar en ella =) . Durante los dos años y medio que duró nuestro noviazgo estuvimos la mayoría del tiempo a más de 8.000 kilómetros de la distancia. Pero nuestro amor nos llevó a ser constantes a la hora de hablar el uno con el otro cada día, de mandarnos mensajes, de llorar y reír juntos, y de confiar en Dios para las cosas que estaban por venir. ¡Fue precioso ver cómo Dios hizo todo!
El amor nos lleva a ser constantes, pero hoy no quiero hablarte de la constancia que deberíamos tener en nuestra vida: quiero terminar esta serie hablando de la constancia que Dios tiene hacia ti. Cuando Dios habla en la Biblia acerca de la tribu de Efraín, dice: “¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová” (Jeremías 31:20).
Pon tu nombre aquí, y piensa que Dios te lo está diciendo a ti personalmente: “¿No es Amigo/a un(a) hijo(a) precioso para mí? ¿No es un(a) niño(a) en quien me deleito? Pues desde que hablé de él/ella, me he acordado de Amigo/a constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él/ella; ciertamente tendré de Amigo/a misericordia, dice Jehová”. ¡Wow! ¿No es precioso? ¡Dios se acuerda constantemente de ti!
Sí, Amigo/a, Él te ama, y estás siempre en Sus pensamientos. ¿Cómo podrías corresponderle en este día? ¿Cómo podrías pensar más en Él?