🏺 Dios, el mejor alfarero
Me gustaría que esta semana nos enfoquemos en el capítulo 18 del libro de Jeremías, donde encontramos este poderoso e inspirador pasaje: La Vasija en las Manos del Alfarero.
Jeremías 18:1-6 dice: "La palabra del Señor vino a Jeremías, diciendo: 'Levántate y baja a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.' Y bajé a la casa del alfarero, y, he aquí, él estaba trabajando en el torno. Como la vasija que hacía de barro se rompió en sus manos, hizo de nuevo otra vasija, como le pareció bien al alfarero hacerla. Entonces la palabra del Señor vino a mí, diciendo: '¿No podré hacer con ustedes como este alfarero ha hecho?”
¿Qué te parece, si vamos juntos a la casa del alfarero?
Imagina por un momento, caminas por las polvorientas calles de la antigua Jerusalén, el Espíritu Santo te guía hacia el taller de un hábil alfarero. Al entrar, te encuentras con un espectáculo fascinante: un artista experto trabajando con manos firmes y mirada enfocada en un montículo de arcilla.
Primero que todo, quiero contarte que Dios mismo se compara con el alfarero. ¿Qué hay en la casa del alfarero? Arcilla, un torno, espacio para secar, un horno y, lo más importante, "las manos del Alfarero."
La vasija en las manos del alfarero es donde comienza el proceso. Quizás, muchas situaciones por las que estás pasando no las entiendes. Y te preguntes, ¿por qué estoy pasando por esto? Hay preguntas que no tienen respuesta, ¿cierto? Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, nos damos cuenta de que estos momentos fueron herramientas en las manos del Alfarero para moldear nuestras vidas.
Amigo/a, quiero darte una buena noticia, que todo lo que está sucediendo es solo un proceso para que te conviertas en una vasija para su gloria. Por eso te aliento, a que aceptes y abraces, este proceso de transformación, con alegría y expectativa.
¡Cosas maravillosas sucederán en ti!