Amigo/a, 💡¡Deja que tu Futuro invada tu Presente!
Hoy terminamos ya esta serie en la que hemos hablado acerca de los tiempos de Dios y de nuestros tiempos, y me gustaría hacerlo invitándote a considerar una perspectiva divina sobre nuestro presente actual.
El apóstol Pablo escribió a los cristianos de la iglesia en Roma, diciéndoles: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse…” (Romanos 8:18).
Pablo fue uno de los cristianos que más sufrió en su ministerio, que más ataques y oposiciones tuvo que confrontar para poder expandir la iglesia a tantos nuevos lugares… ¡Era una auténtica amenaza para el reino de las tinieblas, y es por eso que trataron de pararle de todas las maneras posibles!
Pero, en medio de esas batallas del día a día, Pablo aprendió a no medir su realidad, su “tiempo presente,” en función de las dificultades, sino de la gloria de Dios que se estaba manifestando cada vez más en su vida.
De hecho, lo que Pablo está diciendo aquí es que, cada vez que escogía confiar en Dios y aferrarse más a Él en medio de las aflicciones, eso no solo le permitía experimentar la victoria de Dios en sus circunstancias, sino que además, le permitía experimentar más y más de Su gloria aquí en la tierra.
Es como cuando Pablo y Silas fueron encarcelados en Filipos. Seguramente que todo en ellos deseaba quejarse y lamentarse de su situación, pero para ellos esta enseñanza estaba tan grabada en sus corazones, que la Biblia dice que no se fijaron en su situación presente, sino que comenzaron a alabar a Dios con tanta fuerza que el resto de presos les oían (Hechos 16:25)
Sí, ese cambio de perspectiva hizo que el Cielo bajase a la tierra, y que un milagro impresionante tuviese lugar para hacerles libres. Esa “gloria venidera” se manifestó aquí y ahora en la forma de un milagro que impactó sus corazones.
Por así decirlo, su futuro invadió su presente, esa “gloria venidera” se manifestó en su presente complicado, y lo cambió todo
Amigo/a, ¡deja que tu futuro invada tu presente! No te quedes atascado en quejas o lamentaciones por las situaciones por las que estás pasando, sino al contrario: levántate con fuerza, alaba a Dios de todo corazón, dale gracias por lo que va a hacer, confíale esa situación… y observa cómo el Cielo y la gloria de Dios descienden y transforman tu realidad.
No dejes para mañana lo que sabes que va a transformar tu vida hoy ;)
