Amigo/a, ¡decide hablar!
La murmuración no es solo una decisión que afecta nuestras vidas, sino que es una puerta de entrada a ventajas del enemigo también en la iglesia.
Vamos a analizar, por ejemplo, este pasaje de las Escrituras: “En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria” (Hechos 6:1).
Este pasaje habla sobre los comienzos de la iglesia, la primera iglesia de la historia. Obviamente había muchas cosas por mejorar, y la logística para repartir ayuda a los más necesitados era una de ellas. De hecho, parecía que las viudas de origen griego estaban recibiendo menos ayudas que las viudas israelíes.
¡Habría sido tan bueno que, desde un primer momento, hubiesen hecho evaluación todos juntos, y que hubiesen buscado una solución para ese problema! Sin embargo, el enemigo empezó a sembrar malos pensamientos en los creyentes de origen griego contra sus hermanos de origen hebreo:
- Empezaron a creer que no era solo un fallo, sino que era algo hecho aposta por parte de los creyentes judíos
- El enfado y la indignación empezaron a crecer, sobre todo en la medida en la que los creyentes hablaban más y más de este tema, y murmuraban contra los creyentes judíos.
Fíjate: Si hubiesen hablado y orado juntos por este tema desde un principio, se hubiese prevenido esta situación de revuelo. Fue la murmuración la que encendió ese fuego, la que dio una visión distorsionada de la realidad, y la que trató de crear división en la iglesia.
La murmuración es una herramienta del enemigo para crear división, en especial dentro de la iglesia. ¡Es tiempo de romper esto de una vez por todas! Y ese cambio empieza por ti y por mí, Amigo/a. Cuando decidimos no murmurar sino hablar en amor las cosas, ahí es donde hay soluciones, bendición, relaciones fuertes, y donde el Reino de Dios avanza.
"Señor, quiero edificar la iglesia y bendecir a mis hermanos, y a partir de hoy renunció a proferir ninguna crítica y a murmurar de mis hermanos. No quiero volver a pensar mal de ellos, sino que quiero poder hablar y buscar juntos cómo solucionar los problemas. Dame sabiduría para que no haya ninguna ventaja de las tinieblas en nuestras vidas. En el Nombre de Jesús. ¡Amén!"