🙇🏻 Cuando ores…

Muchas veces, cuando oraba, me sorprendía a mí misma cayendo en la trampa de las palabras vacías o repetitivas, o incluso orando desde un lugar egoísta. Te confieso que, en más de una ocasión, me acerqué al Señor solo para pedirle que me bendijera, que me protegiera, que resolviera todos mis problemas… Aunque, no está mal orar por estas cosas, la realidad es que no lo hacía desde una relación con Él, sino solo desde la necesidad. En el fondo, no conocía Su amor verdaderamente.
De hecho, a medida que fui conociendo su amor por mí, entendí algo que cambió mi manera de orar: el precio más alto que Él pagó, Su vida, fue porque anhelaba una relación conmigo. No murió por religión ni por apariencias, sino por amor a mí. Entonces, aprendí que la oración no es un acto religioso más, ni un intento por impresionar a Dios. Y que no se trata de cuántas palabras usemos, ni de decir las “correctas”, sino de acercarnos con un corazón rendido y sincero a nuestro Padre.
Por eso, Jesús nos dice en Mateo 6:7 (RVR1960): “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.”
Los “gentiles” oraban así: desde el egoísmo, buscando solo lo que ellos necesitaban, sin interés por conocer a Dios. Siempre se trataba de ellos, no de una relación genuina con el Señor. Pero Dios es un Padre cercano y amoroso, que anhela una relación profunda conmigo y contigo. Conoce nuestro corazón y sabe lo que necesitamos, incluso antes de que lo digamos (Salmo 139:4).
Amigo/a, si alguna vez has orado de esta manera, no te culpes ni te frustres. Acercate en el día de hoy con un corazón sincero. Jesús quiere escucharte y anhela una relación real contigo.

